VIVA – Las historias de la época del profeta Mahoma siempre dejan profundas lecciones para los musulmanes. Uno de los incidentes más impactantes fue el llanto de la palmera datilera cuando el profeta Mahoma SAW predicó su sermón el viernes.
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Este evento fue narrado por Jabir bin Abdullah RA y registrado en Mukhtashar Shahih al-Bukhari del Imam Zainuddin az-Zubaidi. Jabir dijo:
«Cuando el Mensajero de Allah estaba dando su sermón, se paró debajo de una palmera datilera. Cuando le proporcionaron un púlpito, escuchamos a la palmera datilera llorar como una camella preñada, así que bajó del púlpito y acarició el árbol». (HR. Bujari)
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El comienzo de la historia en la Mezquita Nabawi
Después de mudarse a Medina, el primer trabajo de Rasulullah SAW fue construir la Mezquita Nabawi en el lugar donde se había detenido su camello. En esta sencilla mezquita, el Profeta estaba apoyado contra una palmera datilera para pronunciar sermones.
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Sin embargo, con el tiempo el número de congregaciones aumentó. Los amigos de la última fila ya no vieron el rostro del Profeta. Por esta razón propusieron que se construyera un púlpito para que el Profeta SAW pudiera predicar sentado y ser visto claramente por toda la congregación. El Profeta aceptó.
Una vez que se completó el nuevo púlpito, el Profeta subió a pronunciar el sermón del viernes. Fue entonces cuando se escuchó un gemido lastimero desde la palmera datilera que solía usar como apoyo.
El sonido era como el grito de un camello, sacudiendo incluso la mezquita hasta que cayó el polvo. El Profeta inmediatamente bajó del púlpito, se acercó al árbol, luego colocó sus manos y lo abrazó. Poco a poco el llanto cesó.
El Mensajero de Allah entonces le dijo a la palmera datilera: «¿Quieres que la traslade a tu jardín original, para que dé frutos y dé alimento a los creyentes, o te trasladaré al cielo, donde tus raíces beberán de la bebida del cielo y tus frutos serán disfrutados por los habitantes del cielo?»
El árbol eligió estar en el cielo. El Profeta también dijo: “Por Allah, si no lo calmo, seguramente seguirá llorando hasta el fin del mundo porque me extraña”.
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En otra historia citada por el Jeque Abu Bakar Jabir Al-Jazairi, se afirmó que la palmera datilera lloró porque se sentía olvidada. Rasulullah lo abrazó y dijo: «Este árbol está llorando porque ha escuchado el dhikr que se dijo allí».
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