Yakarta (ANTARA) – La decisión número 114/PUU-XXIII/2025 del Tribunal Constitucional (MK) puede no causar tanto entusiasmo como otras decisiones políticas, pero su impacto es mucho más fundamental de lo que parece en la superficie.
Al retirar la frase «o no por encargo del Jefe de la Policía Nacional» en la Explicación del artículo 28, apartado 3, de la Ley de la Policía Nacional, el Tribunal Constitucional en realidad corrigió el largo camino de las relaciones entre civiles y policías que durante años no había quedado claro. Este fallo no sólo restablece las normas, sino que también abre oportunidades para que Indonesia reorganice las bases del profesionalismo burocrático y las instituciones de seguridad del Estado.
En el contexto de la gobernanza moderna, la asignación de oficiales armados a puestos civiles es una señal de que la burocracia estatal está perdiendo confianza en sí misma. La decisión del Tribunal Constitucional presenta un momento para revertir esa situación: devolver la dignidad y la competencia civiles al escenario principal del gobierno. Este impulso no debe pasar repentinamente.
Evite la superposición de roles
Una de las mayores críticas a la práctica de asignar policías activos a posiciones civiles es la pérdida de límites claros entre el poder civil y la autoridad de las fuerzas de seguridad.
La colocación de personal de la Polri en ministerios, instituciones independientes y agencias estratégicas a menudo crea la ilusión de que la policía tiene una capacidad administrativa que va más allá del marco de sus funciones. De hecho, en la tradición de un Estado democrático, las funciones civiles y las funciones de seguridad deben ser paralelas, no superpuestas.
En última instancia, esta práctica da lugar a lo que se puede llamar una reducción del espacio civil: espacio que debería ser un campo de competencia abierto para las ASN y el personal profesional, pero que poco a poco está siendo ocupado por oficiales activos que llevan la lógica del mando al ámbito administrativo. En muchos países, una situación como esta se considera una señal temprana de peligro de una disminución en la calidad de la democracia.
La decisión del Tribunal Constitucional es importante porque restablece ese límite. Al retractarse de la frase explicativa que ha sido utilizada como excusa administrativa para saltarse la línea de autoridad, el Tribunal Constitucional enfatizó que los puestos civiles no forman parte de la estructura de mando de la Polri. Los cargos civiles deberían estar en manos civiles, tanto en principio como en la práctica.
Sin embargo, las correcciones del Tribunal Constitucional no pueden limitarse al ámbito normativo. El gobierno necesita construir un marco de transición claro para guiar a las instituciones civiles en la recarga de sus posiciones estratégicas con ASN o personal profesional adecuado.
Las instituciones que han dependido de las figuras de la Polri deben ser dirigidas a fortalecer su propia capacidad interna, y no a buscar «atajos institucionales» nuevamente. Por otro lado, se espera que la Policía Nacional aproveche esta oportunidad para profundizar su profesionalismo interno, no lamentar la pérdida de viejos privilegios.
En otras palabras, la decisión del Tribunal Constitucional es un recordatorio de que la separación de roles no es sólo una cuestión de ética y derecho, sino también una cuestión de eficacia organizacional. La burocracia civil funciona según el principio del servicio público. La policía trabaja según el principio de aplicación de la ley. Combinar los dos en un solo cuerpo sólo los debilitará a ambos.
Reorganizar
Si durante años la burocracia fue vista como un terreno fértil para la entrada de autoridades, esto sucedió porque había vulnerabilidades internas que nunca fueron realmente abordadas.
Las instituciones de las ASN a menudo se consideran lentas, menos adaptables o no tienen la capacidad de gestión adecuada. Es por ello que varias instituciones estatales prefieren buscar una «solución rápida» colocando personal de la Policía Nacional que se considere más disciplinado y firme.
Sin embargo, esta práctica en realidad exacerba las debilidades internas de la burocracia civil. Cuando los puestos públicos pueden cubrirse mediante esquemas de asignación, el mecanismo de meritocracia se vuelve frágil. Las ADN que trabajan duro para construir sus carreras a través de la selección para puestos vacantes pueden ser eliminadas por figuras que cuentan con privilegios institucionales. A largo plazo, esto no sólo perjudica a los individuos, sino que daña la calidad de la propia burocracia.
La decisión del Tribunal Constitucional abre una gran oportunidad para poner fin a este patrón. El espacio que antes ocupaban los funcionarios en activo ahora debe ser ocupado nuevamente por funcionarios que pasan por una selección competitiva. Sin embargo, este trabajo requiere reformas importantes: mejorar el sistema de evaluación de la ASN, fortalecer una cultura de profesionalismo y ofrecer recompensas adecuadas a los funcionarios públicos competentes.
Paralelamente, también se espera que la Policía Nacional realice una consolidación interna. Sin la «tentación» de los puestos civiles, la Policía Nacional necesita construir una carrera profesional más basada en competencias y fortalecer su gobernanza interna como institución encargada de hacer cumplir la ley. De hecho, esta es una oportunidad para perfeccionar los estándares operativos, la supervisión ética y un sistema de carrera más moderno.
En este punto, la decisión del Tribunal Constitucional podría ser un motor de cambio en dos direcciones: una burocracia civil que se está volviendo más profesional y una policía cada vez más centrada en tareas centrales. Las reformas que dependan de estas dos importantes instituciones tendrán un impacto directo en la calidad de la democracia indonesia.
Esta decisión del Tribunal Constitucional, si se sitúa en un contexto más amplio, es el punto de entrada para reorganizar la relación entre los civiles y la policía; relaciones más igualitarias, más sanas y más acordes con los principios del Estado de derecho moderno. Si el gobierno es capaz de gestionar este impulso, Indonesia no sólo mejorará las reglas, sino que también fortalecerá el futuro de su democracia.
Así pues, esta decisión del Tribunal Constitucional nos brinda una rara oportunidad: un impulso para mejorar las relaciones institucionales que han estado cojeando. Si el Estado realmente toma medidas audaces (fortalecer la burocracia civil, afirmar los límites de la autoridad de la policía y colocar el profesionalismo como pilar principal), entonces esta decisión podría ser un hito en la reforma que moldeará la cara del gobierno indonesio en el futuro.
Sin embargo, este impulso sólo será significativo si va seguido de un compromiso real, no sólo de un cambio de frase en la ley.
En este punto, el futuro de la reforma de la Policía Nacional y la mejora de la burocracia civil está determinado en gran medida por la valentía del gobierno de hacer que la decisión del Tribunal Constitucional no sea el final de una disputa legal, sino el comienzo de un largo viaje hacia una gobernanza más limpia, más justa y más democrática.
*) Raihan Muhammad es el Director Ejecutivo de Amnistía UNNES; Activista político y jurídico
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