¿Tienes el síndrome de Mary Sue?


Parece que se anima repetidamente a Puan a convertirse en una figura de reemplazo de Megawati Soekarnoputri, pero ¿por qué el entusiasmo de Puan siempre enfrenta desafíos?


PinterPolitik.com

Puan Maharani es una figura política que se ha situado muy cerca del centro del poder desde el comienzo de su carrera. Como heredero de la familia política de Megawati Soekarnoputri y parte de la familia de élite del PDIP, Puan ha pasado por varios puestos estratégicos: ministro, presidente de la RPD y ha estado repetidamente en el radar de los candidatos presidenciales.

Sin embargo, aunque ocupa puestos importantes en las estructuras estatales y partidistas, el interés público en él tiende a estancarse.

Esto da lugar a una pregunta que sigue circulando en los debates políticos: ¿por qué una figura tan importante en la estructura de poder no cuenta con los gustos públicos adecuados? ¿Por qué cada vez que aparece su nombre como candidato a liderazgo nacional, el nivel de aceptación pública nunca aumenta realmente?

Esta condición da lugar a un análisis interesante que puede extraerse de la teoría de la caracterización en la cultura popular, especialmente en la literatura y el cine. Muchos analistas comenzaron a ver a Puan a través de la lente del síndrome de Mary Sue, un concepto que surgió de las críticas a personajes que parecían estar “demasiado listos” y “demasiado rápidos” para conseguir papeles importantes, sin un viaje o conflicto que generara cercanía emocional con la audiencia.

Entonces la pregunta es: ¿Puan Maharani está realmente atrapado en un patrón narrativo como ese? Y si es así, ¿qué impacto tendrá esto en la percepción pública? ¿Hay ejemplos de otros países que experimenten un fenómeno similar?

Mary Sue y la importancia del desarrollo político

El término Mary Sue se refiere a un personaje que aparece en una historia con grandes habilidades o posiciones de repente, sin un proceso, conflicto o viaje que muestre el desarrollo del personaje. Personajes como este suelen ser considerados predecibles, menos interesantes e incluso tienden a ser aburridos, porque el público no ve las luchas que los hacen dignos de simpatía o admiración.

En las narrativas modernas, Mary Sues normalmente no resulta atractiva porque les faltan los elementos “humanos”: vulnerabilidad, fracaso, crecimiento y autoverificación. Al público le gusta el viaje, no los resultados instantáneos.

Al ver este patrón, algunos analistas piensan que el recorrido político de Puan contiene similitudes. Está presente en altos cargos sin una narrativa orgánica que explique cómo el público necesita una figura como él. No existe un «arco» político largo que muestre la dinámica del camino que puede seguir la sociedad.

Si se analiza teóricamente, la carrera política de Puan parece haber tomado una vía rápida. No partió de una posición que le exigiera construir cercanía desde abajo, como un jefe regional, un activista de base o un político de campo que tenía que lidiar directamente con la dinámica social. Por el contrario, Puan surgió como ministro a una edad relativamente joven y luego ocupó la presidencia de la RPD, uno de los puestos más importantes de la política nacional.

Sin embargo, el público rara vez ve el “conflicto” o el “proceso” que genera legitimidad emocional. Esto es lo que hace que algunas personas se sientan distanciadas. No por su identidad, sino por la ausencia de historias que hagan sentir al público que ha crecido con él.

En política, la legitimidad no proviene de una posición determinada, sino de un recorrido visible. Cuando el viaje es invisible, el público tiene dificultades para establecer un sentido de pertenencia o cercanía, del mismo modo que al público le resulta difícil que le gusten los personajes de Mary Sue en películas o novelas.

Este fenómeno no es exclusivo de Indonesia. Varios políticos en el mundo han quedado atrapados en un patrón similar: ser presionados rápidamente por un partido político o una dinastía, pero no lograron generar participación pública porque la narrativa del viaje no se desarrolló.

Uno de los ejemplos más destacados es el de Marine Le Pen en Francia. Como heredero político de la familia Le Pen y ícono de la derecha, emergió con la estructura de poder del partido en su lugar. Sin embargo, en sus tres intentos de presentarse como candidato presidencial, no logró ganar ese escaño. Muchos analistas atribuyen este fracaso a las limitaciones de la narrativa de los viajes: el público nunca vio una transformación convincente, sólo una continuación de las estructuras heredadas. Es excelente posicionalmente, pero no en cuanto a viajes.

Compárese también esto con otras figuras que a menudo son «impulsadas» por el impulso o los partidos, como Rahul Gandhi en India o Caroline Kennedy en Estados Unidos. Ambos tienen legados políticos de renombre, pero al público le ha costado ver un arco de liderazgo independiente. Como resultado, no lograron llegar al cargo más alto a pesar de que fueron alentados por la estructura del partido.

¿Cuál es el hilo conductor?
La popularidad estructural no es lo mismo que la popularidad emocional.
Y en las democracias modernas, lo que importa es esto último.

¿Son los buenos políticos políticos de proceso?

Para comprender el contraste en el discurso de Mary Sue, podemos observar figuras que lograron generar simpatía a través de un largo viaje.

Joko Widodo (Jokowi) comenzó en el nivel más local: empresario de muebles, luego alcalde, luego gobernador y finalmente presidente. Cada fase muestra conflicto, logros, fracasos y aprendizaje. El público sigue su viaje paso a paso, por lo que se siente auténtico.

Megawati Soekarnoputri, aunque provenía de una dinastía política, pasó por fases de conflicto importante, la formación de una red política desde cero, los altibajos del régimen del Nuevo Orden, hasta la construcción de legitimidad como símbolo de resistencia. El viaje es largo y está lleno de riesgos políticos.

Desde el exterior, Jacinda Ardern también muestra una narrativa orgánica: crisis, respuesta emocional, apertura, reconocimiento del fracaso y autoprueba. Ganó la confianza del público no por el puesto que le asignaron, sino por el recorrido que demostró.

La clave de todas estas cifras es la misma: el público se conecta porque ve el recorrido, no sólo el puesto de trabajo.

El gusto público flojo o estancado por Puan puede leerse como un problema narrativo: la falta de un recorrido político visible, la falta de conflicto o procesos que formen legitimidad emocional y la percepción de que ella está presente en una posición importante sin un recorrido que el público pueda seguir.

Sin embargo, esta condición no es definitiva. Los políticos de cualquier origen pueden mejorar su arco de liderazgo mediante la coherencia, el coraje para abordar cuestiones difíciles y la apertura de espacios para una comunicación política más auténtica. Puan todavía puede construir legitimidad emocional si se atreve a salir de su zona de confort estructural y demostrar un proceso político real.

Al final, la política no se trata sólo del cargo: se trata del viaje. El público no exige perfección. Lo que buscan es una historia creíble, una figura de crecimiento y un líder que tenga un camino que puedan seguir. Y en ese espacio, las oportunidades para Puan todavía están abiertas. (D74)



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