Mataram (ANTARA) – En Narmada, el magnífico edificio que alguna vez se predijo que sería el centro del crecimiento económico de West Lombok ahora se erige como un monumento a la ambición descarriada.
Centro de la ciudad de Lombok (LCC), un centro comercial que nunca tuvo pulso, vuelve a estar en el centro de atención después de que la decisión de apelación del Tribunal Superior de Nusa Tenggara Occidental (NTB) aumentara la sentencia del ex director presidente de PT Tripat, Lalu Azril Sopandi, de cuatro a seis años de prisión.
Este caso no es sólo un caso legal que terminó en los tribunales. Es un espejo fracturado de la gobernanza de activos regionales, modelos de cooperación frágiles y una supervisión pública alguna vez descuidada.
Detrás de la cifra de pérdidas estatales de 22,7 mil millones de IDR y la disputa sobre los Derechos de Uso del Edificio (HGB) Número 01 que cubre un área de 4,8 hectáreas y que está hipotecado por PT Bliss Pembangunan Sejahtera, hay una gran lección sobre cómo las políticas económicas regionales pueden descarrilarse cuando los mecanismos no se mantienen con disciplina.
LCC es una historia de grandes promesas de inversión, esperanzas de flujos de ingresos regionales y oportunidades laborales que nunca crecieron.
Cuando finalmente se determinó que el Banco Sinarmas era el partido autorizado a hacerse cargo del edificio para cubrir cientos de miles de millones de rupias en crédito, el público volvió a hacer preguntas. ¿Cómo se puede arrastrar hasta este punto un activo que forma parte de la inversión de capital de una empresa de propiedad regional o BUMD?
Esta pregunta conduce a una gran idea, a saber, que manejar la corrupción de las LCC es una prueba para reorganizar la gobernanza de activos y las relaciones entre el gobierno y el sector privado en el desarrollo regional.
Hilo enredado
La disputa de LCC comenzó con la cooperación operativa entre PT Tripat, West Lombok BUMD y PT Bliss Pembangunan Sejahtera desde 2013. Este modelo de cooperación operativa (KSO), que se suponía beneficiaría a ambas partes, en realidad abrió un espacio gris que no había sido regulado durante mucho tiempo.
Sobre el papel, los mecanismos de participación en las ganancias y gestión de activos parecen claros. Sin embargo, los hechos judiciales muestran algo diferente.
El Tribunal de Corrupción de Mataram confirmó en su decisión anterior que las 4,8 hectáreas de tierra que se utilizaron como base para el crédito de 264.000 millones de IDR al Bank Sinarmas formaban parte de la inversión de capital de PT Tripat.
Cuando se garantizan sin una supervisión estricta, los activos exceden los límites de una gobernanza razonable. Es en este punto donde se calculan las pérdidas estatales, a saber, 22,3 mil millones de IDR del valor de la tierra y 418 millones de IDR de la participación en los beneficios de KSO que nunca se pagó.
El panel de jueces también evaluó que algunas de las pérdidas se habían recuperado confiscando el certificado y solicitando su devolución como activo de PT Tripat.
Sin embargo, esta recuperación no borra automáticamente los rastros de errores de gobernanza. De hecho, enfatizó que el sistema de monitoreo de los activos de BUMD es muy vulnerable a ser arrastrado por intereses comerciales no transparentes.
El caso de apelación del ex regente de Lombok Occidental, Zaini Arony, también muestra otra dinámica, a saber, el debate legal sobre si la tierra todavía tiene el estatus de propiedad regional o se ha convertido en un activo corporativo de PT Tripat.
Este debate abrió los ojos a la falta de estandarización de los activos BUMD y cómo las regulaciones interniveles, desde el Reglamento del Ministro del Interior hasta la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada, pueden chocar entre sí cuando el registro de activos no se realiza correctamente desde el principio.
Se reveló una gran lección, a saber, que las inversiones regionales que involucran activos públicos no deben realizarse sin certeza sobre el estado de los activos y un marco legal acordado con total disciplina.
Modelo de vigilancia
El manejo de la corrupción por parte de LCC ha pasado por dos rondas de juicios y una serie de exámenes de seguimiento por parte de la fiscalía. Sin embargo, el valor estratégico de este caso no es el tiempo que lleva dictar sentencia, sino lo que se puede mejorar después.
Primero, los gobiernos locales necesitan construir un sistema de auditoría de activos que sea digital, integrado y que pueda ser monitoreado por el público.
Los activos de gran valor, como la tierra que forma parte del capital, deben tener un seguimiento histórico transparente, como cuándo cambió su estado, cuándo fue hipotecado, a quién y con qué propósito.
El caso de LCC muestra que los retrasos en la actualización de los datos de los activos tienen el potencial de crear espacios grises que invitan a desviaciones.
En segundo lugar, todo proyecto de colaboración público-privada debe pasar por una estricta verificación de viabilidad desde la etapa inicial.
No se trata sólo de las capacidades financieras del socio, sino también de la trayectoria, la estructura de capital y los riesgos si la financiación se realiza a través de préstamos de terceros, como los bancos.
En el caso de LCC, se propusieron cientos de miles de millones de rupias en crédito, mientras que la supervisión sobre su implementación fue laxa.
En tercer lugar, es necesario fortalecer institucionalmente la BUMD. Muchas regiones sitúan a BUMD como punta de lanza de la inversión sin generar profesionalismo en la gobernanza.
El caso de LCC muestra cuán frágiles pueden ser los BUMD cuando la gestión no se basa en principios sólidos de transparencia corporativa.
Fortalecer BUMD significa aclarar los límites entre los intereses públicos y los intereses corporativos, de modo que los activos no sean «arrastrados» fácilmente hacia intereses desviados.
Cuarto, el modelo para abordar la corrupción debe implicar la recuperación completa de los activos, no sólo sentencias individuales.
La decisión que solicita la devolución del terreno a PT Tripat es un paso importante, pero la reutilización del activo debe diseñarse de manera que no vuelva a convertirse en una carga.
Los activos de LCC que ahora se transfieren al Banco Sinarmas podrían ser una oportunidad para la reestructuración, ya sea que se subastan, se reurbanizan o se transfieren para fines públicos.
Los gobiernos locales deben estar en una posición proactiva para garantizar que estos activos no regresen a edificios vacíos y sin función.
La dirección del manejo futuro debe priorizar la educación pública, es decir, explicar cómo funcionan los activos regionales, qué es la participación de capital, cómo funcionan los mecanismos de crédito en proyectos de inversión y cuáles son los riesgos si no se lleva a cabo la supervisión.
Gobernancia
El caso de LCC muestra que el desarrollo regional requiere no sólo visión económica sino también disciplina de gobernanza. Cuando los activos públicos entran en el ámbito empresarial, la relación entre el gobierno, BUMD y los inversores debe diseñarse lo más estrictamente posible.
Las lecciones aprendidas de la LCC son lecciones sobre el rigor administrativo, la apertura de la información y la importancia de la cautela en toda toma de decisiones que incluya activos estatales como garantía.
El manejo de la corrupción de las LCC ha abierto muchos niveles de problemas, como regulaciones superpuestas, supervisión KSO débil, registro de activos poco claro y gobernanza BUMD que debe mejorarse.
Sin embargo, también abre oportunidades para que las regiones mejoren. El ahorro de activos, la transparencia de los datos, la mejora de la gestión de BUMD y una supervisión pública más abierta pueden ser un camino hacia una gobernanza más recta.
En última instancia, reconstruir la confianza pública es una tarea a largo plazo. El caso de LCC podría ser un punto de inflexión, si se utiliza como lección.
Es necesario seguir planteándose una pregunta importante: ¿estamos dispuestos a reorganizar el sistema de manera que los bienes públicos estén protegidos, de modo que las ambiciones de desarrollo ya no caigan en un fango de corrupción?
Esta pregunta también sirve como recordatorio de que el desarrollo de calidad siempre comienza con una gobernanza que sea limpia, transparente y apoye los intereses de la comunidad.


