Ciudad de Bogor (ANTARA) – Recientemente, las redes sociales indonesias han estado ocupadas discutiendo sobre uno o incluso varios influencers que promocionan productos de salud sin permisos de distribución o son falsos.
El video testimonial se hizo hiperbólico, con un estilo dramático, tono convincente y exageraciones, pero desafortunadamente se volvió viral fácilmente.
Los comentarios fueron dispersos: algunos lo defendieron, otros lo criticaron abiertamente y otros simplemente lo convirtieron en material de entretenimiento.
Lo interesante es que este problema que inicialmente parecía simple se convirtió en una guerra acalorada y emotiva de la opinión pública.
Este incidente muestra cómo la comunicación digital en Indonesia ahora puede tener un impacto rápido, reactivo, lleno de interés y que puede influir en las emociones de los internautas.
Ecología digital
Si antes explicamos este fenómeno utilizando teorías clásicas como la Espiral del Silencio o la Agenda-Setting, ahora existen teorías de la comunicación más apropiadas y modernas para explicar y leer el comportamiento público en el espacio digital.
Por ejemplo, la teoría de los medios ecológicos digitales de nueva generación de Logan y McLuhan (Logan, 2010; Strate, 2017).
Esta teoría dice que las plataformas digitales no son solo herramientas de comunicación, sino también un entorno que moldea la forma en que nosotros (los usuarios) pensamos, respondemos e interpretamos la información.
Entonces, en el caso de la influencia, las redes sociales crean una ecología que acelera la propagación de la emoción, no la precisión. Los algoritmos prefieren contenidos que hagan surgir nuestras emociones, por ejemplo la ira o la simpatía excesiva.
Por eso, el video de la influencer subió más rápido que la explicación científica del médico. En otras palabras, la propia plataforma está provocando que el conflicto se intensifique.
Este fenómeno también puede explicarse mediante la teoría de los públicos en red desarrollada por Dana Boyd (2010). Esta teoría explica que las redes sociales forman un «público en red», es decir, grupos de personas que existen e interactúan porque están conectadas por redes digitales, no porque estén físicamente cerca.
En este caso, las personas que defienden o critican al influencer no son una comunidad real, sino una red formada por un algoritmo que los encuentra con la misma narrativa.
Este público es fluido, se forma rápidamente, pero también se rompe rápidamente. Pueden pasar de apoyar a blasfemar en cuestión de horas, minutos e incluso segundos, simplemente porque una narrativa nueva y más emocional ingresa a su red. Esto es lo que hace que la guerra de opinión parezca inestable y difícil de predecir.
Otra teoría que puede explicar este fenómeno es la Teoría de la Asequibilidad en un contexto digital (Boyd, 2011; Bucher & Helmond, 2018).
Esta teoría dice que cada plataforma tiene capacidades que hacen que las personas hagan determinadas cosas.
TikTok, por ejemplo, ofrece la posibilidad de crear fácilmente duetos, puntos y vídeos de reacción para que los internautas puedan reaccionar fácilmente al contenido de forma espontánea.
Por eso hay una ola de contenidos en cadena que comentan, corrigen o atacan a estos influencers.
Mientras tanto, la posibilidad de comentarios anónimos en la aplicación X permite a las personas realizar duras críticas sin que se conozca su verdadera identidad.
Esto significa que esta guerra de opiniones no se debe sólo a que la gente quiera comentar, sino también a que la plataforma permite que la gente comente fácil y libremente, incluso dando la impresión de «invitarlos» a unirse a la «guerra».
Algoritmo
Si mencionamos los algoritmos varias veces, de hecho existe una teoría de algoritmos que puede analizar este fenómeno, a saber, la teoría de control algorítmico (Thorson & Wells, 2016), es decir, la nueva suposición de que los algoritmos son ahora los guardianes de la información, reemplazando el papel de los editores humanos.
En el caso de estos influencers, los algoritmos de TikTok, Instagram y X muestran contenido que se considera relevante en función de las interacciones de los usuarios. Esto significa que si los internautas muestran enojo, la plataforma proporcionará más contenido similar y fortalecerá a la multitud con emociones similares.
Patrones como este hacen que la opinión pública parezca más polarizada de lo que realmente está. El algoritmo «enjaula» a los usuarios en una burbuja emocional, lo que les dificulta ver el otro lado del problema.
De todas las teorías discutidas anteriormente, queda claro que el problema de las influencias y productos ilegales para la salud no es solo una cuestión de bien o mal, sino también el resultado de una relación compleja entre los humanos y la tecnología.
Las personas no sólo reaccionan al contenido, sino que también influyen en la estructura de las plataformas, en el funcionamiento de los algoritmos y en las emociones colectivas que varían de un usuario a otro.
En un ecosistema como este, comprender el mundo digital se vuelve muy importante.
Si nosotros (los usuarios) no entendemos cómo las emociones pueden propagarse fácilmente a través de las redes sociales, cómo los algoritmos pueden crear conflictos o cómo estamos atrapados en redes públicas inestables, seguiremos dejándonos llevar sin darnos cuenta de que estamos siendo manipulados por el funcionamiento de la plataforma.
Este caso es un recordatorio de que la narrativa es la nueva arma en la era digital, y cada usuario de las redes sociales es parte de esa lucha, se dé cuenta o no.
Seguirán produciéndose guerras de opinión, pero la calidad de nuestro público digital depende de hasta qué punto podamos comprender cómo funciona el mundo digital y abstenernos de convertirnos en «combustible» de conflictos que no necesitan extenderse ampliamente.
En esencia, en esta era digital, nos vemos obligados a aprender a practicar habilidades de pensamiento crítico y ver situaciones con una mente clara porque esta es la manera de mantenernos «cuerdos» en un ecosistema de redes sociales cada vez más ruidoso.
* Alya Naziihah es alumna de Comunicaciones en la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de UI Depok y actualmente está estudiando el Programa de Maestría en Comunicación de Posgrado para Veteranos de la UPN en Yakarta.
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