Del tecnonacionalismo de Habibie a los Mobnas de Prabowo


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Durante décadas, Indonesia ha tenido una obsesión que casi nunca desaparece: convertirse en una nación que no sólo compre tecnología, sino que sea capaz de crearla por sí misma. Detrás de cada proyecto de automóviles, aviones e incluso cohetes y satélites nacionales, siempre hay el mismo espíritu: la tecnología como símbolo de soberanía, orgullo y progreso. Desde el avión N250 Gatotkaca de BJ Habibie hasta las ambiciones automovilísticas nacionales del presidente Prabowo Subianto, la historia del tecnonacionalismo indonesio muestra que la ciencia y la ingeniería no son sólo cuestiones técnicas, sino políticas de identidad nacional.


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En la era Habibie, el sueño era volar con el N250, un sofisticado avión turbohélice con un sistema de vuelo por cable y la primera cabina totalmente de cristal en el Sudeste Asiático. Tres décadas más tarde, ese sueño cambió: el presidente Prabowo revivió ambiciones similares a través del proyecto de automóvil nacional, Maung e i2c, que se espera que sea un nuevo hito para la independencia de la industria automotriz nacional.

El presidente Prabowo Subianto ha apuntado a que Indonesia tenga sus propios coches de fabricación casera en los próximos tres años. Este ambicioso plan no son sólo palabras: ya se han preparado fondos y terrenos para la fábrica. En varias declaraciones públicas, Prabowo destacó que este proyecto no se trata sólo de la industria automovilística, sino también del orgullo nacional: una nación grande debe poder producir sus propios vehículos.

El símbolo inicial ya es visible a través de Maungun jeep táctico fabricado por PT Pindad con alrededor del 70 por ciento de componentes locales. Este coche está incluso obligado a ser utilizado por los ministros, como una forma real de apoyo a los productos nacionales. Aparte de Maung, también apareció i2c (coche indígena de Indonesia)—concepto de automóvil eléctrico resultante de una colaboración entre PT Teknologi Military Indonesia e Italdesign, Italia. El prototipo se presentó en el evento GIIAS 2025 y está previsto que entre en producción en masa en 2027, con un mínimo del 60 por ciento de nivel de componente nacional (TKDN).

Incluso se propuso incluir este programa en la lista. Proyecto Estratégico Nacional (PSN) para acelerar la realización. Si tiene éxito, Indonesia se pondrá a la par de países que tienen capacidades independientes de fabricación de automóviles, un gran salto después de décadas de dependencia de marcas extranjeras.

Pero detrás de la retórica y el entusiasmo, este proyecto también contiene un desafío clásico: cómo mantener un equilibrio entre el idealismo de la independencia y la realidad de una industria global llena de dependencia de la tecnología, las cadenas de suministro y el capital. Aquí es donde el término “tecnonacionalismo” vuelve a encontrar su relevancia.

Tecnonacionalismo: cuando la tecnología se convierte en política

Tecnonacionalismo o tecnonacionalismoes un concepto que conecta el dominio tecnológico con el poder y la soberanía de un país. En términos simples, enfatizó que el progreso tecnológico interno es la base de la seguridad nacional, la prosperidad económica y la estabilidad social.

Robert Reich, un académico de los Estados Unidos, introdujo por primera vez este término en sus escritos en El Atlántico mensual en 1987. Según Reich, los países que quieren ser fuertes no pueden depender de tecnología importada. Debe autenticar, desarrollar y proteger sus propias innovaciones. Diferente de tecno-globalismo El tecnonacionalismo, que enfatiza la colaboración transfronteriza, tiende a colocar al Estado como el actor principal, a través de políticas de subsidios a la I+D, protección industrial, restricciones a las importaciones y apoyo total a las empresas nacionales.

Para Indonesia, este concepto no es sólo una teoría académica. Desde la era del Nuevo Orden, el tecnonacionalismo se ha convertido en una estrategia de desarrollo realizada a través de proyectos industriales estratégicos. Se formó el gobierno de Suharto. Industria aeronáutica de Indonesia (IPTN) en 1976 con una inversión de más de 2 mil millones de dólares estadounidenses, una cantidad fantástica en ese momento. La existencia de IPTN no se trata sólo de producir aviones, sino también de generar orgullo nacional.

El pueblo indonesio, que en aquel momento todavía luchaba por salir del estatus de «país en desarrollo», vio en la N250 un símbolo de que esta nación era capaz de estar en pie de igualdad con Occidente. La tecnología se convierte en un medio para construir confianza en sí mismo colectivo.

La independencia tecnológica, entonces, no sólo tiene una dimensión económica, sino también política y psicológica. Fortalece la legitimidad del gobierno, fomenta el nacionalismo y enfatiza la identidad del país como potencia soberana en la era de la globalización.

Cuando BJ Habibie decidió dejar su brillante carrera en Alemania para regresar a Indonesia en 1974, trajo consigo una creencia: las grandes naciones deben dominar la alta tecnología. Habibie rechazó ofertas para convertirse en ciudadano alemán honorario o en un puesto importante en Filipinas por su ambición de construir la industria aeroespacial de Indonesia.

Habibie no era sólo un burócrata o un tecnócrata. Es un verdadero científico. Teoría propagación de grietas lo que descubrió permitió cuantificar con precisión la microestructura de las grietas en los fuselajes de los aviones, un hallazgo reconocido en todo el mundo. Sin embargo, la cima de su carrera y servicio fue el proyecto del avión N250. Gatotkaca.

Lanzado el 10 de agosto de 1995, el N250 es un avión turbohélice con capacidad para 50 pasajeros equipado con un vuelo por cable Y cabina de cristal completa—una característica avanzada que ni siquiera era utilizada por algunos aviones comerciales grandes en ese momento. El primer día del vuelo N250 se celebró el Día Nacional de la Tecnología.

Desafortunadamente, ese orgullo no duró mucho. La crisis monetaria de 1998 obligó al gobierno a firmar un acuerdo con el FMI que exigía la terminación de proyectos de alta tecnología, incluido IPTN. La N250 se detuvo en medio de la carretera, convirtiéndose en un monumento a un genio que nunca tuvo tiempo de desarrollarse. Ahora el avión está almacenado en un museo, un testigo silencioso de cómo las presiones económicas globales pueden aplastar los sueños de independencia.

Pero el legado de Habibie va mucho más allá del fracaso de sus proyectos. Inculcó el paradigma de que la tecnología no es un lujo, sino una necesidad estratégica para el futuro de la nación. Este espíritu intenta ahora ser revivido por la nueva generación a través del proyecto automovilístico nacional.

Neotecnonacionalismo: en la encrucijada de la globalización y la soberanía

Dos décadas después de la era Habibie, el mundo ha cambiado drásticamente. Las cadenas de suministro industriales ahora están fragmentadas entre países, mientras que la colaboración internacional es la clave para la innovación. En medio de esta dinámica, surgió una nueva versión de una vieja idea: neotecnonacionalismo.

A diferencia de su antigua forma proteccionista, el neotecnonacionalismo no rechaza la globalización. De hecho, lo utilizó para fortalecer la capacidad interna. El principio no es “antiimportación”, sino “prolocalización”. El Estado sigue desempeñando un papel activo (a través de regulaciones, incentivos a la investigación y transferencia de tecnología), pero dentro de un marco más adaptable de apertura económica.

El proyecto automovilístico nacional de Prabowo y el legado aeronáutico de Habibie reflejan esta lógica. Por un lado, ambos enfatizan la importancia de la independencia y el orgullo nacional. Por otro lado, es imposible que ambos existan sin la colaboración internacional. Habibie cooperó con Alemania en transferencia de tecnología y formación de ingenieros; mientras proyecto i2c implica Diseño ital de Italia como socio de diseño.

En otras palabras, el tecnonacionalismo del siglo XXI ya no se trata de cerrarse, sino de gestionar la apertura de manera inteligente. El gobierno juega un papel habilitador lo que garantiza que la cooperación global produzca valor añadido local: empleos, innovación y un ecosistema industrial sostenible.

De N250 a Maung, de Habibie a Prabowo, sigue siendo visible un hilo común: la creencia de que la tecnología es una manifestación de la soberanía nacional. Sin embargo, si la era Habibie fue una fase romántica -un sueño ideal de independencia absoluta-, entonces la era Prabowo es una fase pragmática: cómo ese sueño se lleva a cabo en una realidad global compleja.

La independencia tecnológica ya no puede interpretarse ya como un aislamiento del mundo exterior, sino como la capacidad de controlar la cadena de valor tecnológica global y crear campeones nacionales competitivo. Los desafíos no se refieren solo a la producción, sino también a la investigación, los ecosistemas industriales, la educación vocacional y la sostenibilidad de las políticas en todos los regímenes políticos.

Como enfatiza la teoría del tecnonacionalismo, la tecnología no sólo crea prosperidad, sino que también da forma a la identidad colectiva de la nación. Indonesia tiene el capital histórico, los recursos humanos y el gran mercado interno para convertirse en una potencia tecnológica en Asia. Sin embargo, para que esto suceda se requiere coherencia a largo plazo y una voluntad política estable, dos cosas que a menudo han sido obstáculos en el pasado.

Al final, tanto el avión de Habibie como el coche de Prabowo son dos capítulos de un mismo libro: el largo viaje de Indonesia en busca de la independencia tecnológica. Si Habibie representaba un sueño que se había detenido, entonces Prabowo intentó reescribir la historia con un nuevo estilo: más realista, más mesurado, pero todavía arraigado en el mismo espíritu: que una gran nación debe ser capaz de crear su propia tecnología. Es interesante esperar la secuela. (T13)



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