2026: ¿Hacia un siglo de caos?


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Se prevé que el año 2026 será la puerta de entrada a un siglo de caos global. ¿Es esto una amenaza real o simplemente un asunto de miedo de la élite?


PinterPolitik.com

«Sólo una crisis, real o percibida, produce un cambio real». – Naomi Klein, La doctrina del shock (2007)

Una fuerte lluvia caía sin parar sobre el techo de la habitación de Cupin, creando un ritmo monótono que parecía acompañar su soledad esta noche. Se sentó apoyado en la esquina de la habitación con poca luz, con los ojos pegados a la luz de la pantalla del teléfono celular que brillaba intensamente en la oscuridad.

Cupin estaba solo, no porque no tuviera amigos con quienes celebrar el Año Nuevo, sino por un extraño y pesado sentimiento de desgana en su pecho. Normalmente el grupo de WhatsApp para pasar el rato está ocupado discutiendo planes para asar maíz o convoyes, pero este año el ambiente se siente muy soso y frío.

El pulgar de Cupino continúa moviéndose hacia arriba y hacia abajo en la pantalla del teléfono, realizando una actividad que recientemente se conoce como desplazamiento fatal. Su cronograma no está lleno de ventas de fin de año o resoluciones esperanzadoras, sino más bien de una serie de malas noticias que hacen fruncir el ceño.

Vídeos de conflictos armados en otras partes del mundo se alternan con noticias de despidos masivos en casa. Por no hablar de las predicciones macroeconómicas para 2026, que se dice que son sombrías, con un aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y una inflación cada vez más disparatada.

Cupin respiró hondo mientras ponía su medio cigarrillo en el cenicero que ya estaba lleno de ceniza. Parece que fue ayer cuando él y sus amigos se mostraron tan optimistas acerca de dar la bienvenida al 2025 como un momento de resurgimiento total pospandemia.

Pero ahora siento como si ese optimismo se hubiera evaporado en alguna parte, reemplazado por una sensación de ansiedad que me estrangula el cuello. Esta tarde en la cafetería ya no se hablaba de quién ganó la liga de fútbol, ​​sino del precio cada vez más excesivo del arroz.

Había un extraño sentimiento colectivo que recorría la sociedad, como si todos estuvieran haciendo fila esperando su turno para verse afectados por un desastre. Cupin siente que 2026 no es sólo un cambio de calendario ordinario, sino como una puerta a un túnel del tiempo más oscuro.

Los internautas en las redes sociales parecen más irritables y sensibles, y mucho más pesimistas sobre su propio futuro. Recordó un meme que acababa de pasar en su porche, una imagen de un perro sonriente en medio de una habitación en llamas con las palabras «Esto está bien».

Quizás esa imagen tonta sea la representación más honesta de cómo se sienten Cupin y millones de jóvenes hoy en día. Se dan cuenta de que el mundo no está bien, pero no saben qué hacer aparte de reírse con ironía de la destrucción.

La sensación de seguridad se ha convertido en un lujo cada vez más difícil de permitir, incluso para quienes ya tienen empleos permanentes con salarios de dos dígitos. Cupin miró fijamente el techo opaco de su habitación, preguntándose si él era el único cavilaciones responder a esta situación.

Pero al mirar los miles de comentarios en los portales de noticias, parece que este miedo es real, válido y experimentado por muchas personas a la vez. Parecía que el mundo se movía de forma más aleatoria, con una dirección más impredecible y más hostil para la gente corriente como él.

¿La mala sensación de que Cupin está sintiendo sólo un efecto secundario psicológico de consumir demasiada información negativa en las redes sociales? ¿O podría ser que 2026 sea realmente el punto de partida de una era en la que el caos se convierta en el menú del desayuno diario?

Cuando el «maestro» ya no enseña

Si la mirada se dirige desde la estrecha habitación de Cupino al vasto escenario mundial, estas preocupaciones resultan tener una base muy sólida. Muchos observadores de las relaciones internacionales predicen que el año 2026 será la puerta de apertura a lo que más tarde se llamará el «siglo del caos».

Políticamente, el mundo está mirando en tiempo real el colapso del orden liberal que ha sustentado la estabilidad global. Richard Haass, un alto diplomático estadounidense, escribió una vez un libro titulado Un mundo en desorden cuyo contenido proporciona una alerta temprana bastante grave.

Haass explicó que el orden internacional que funciona desde hace más de setenta años está sufriendo graves daños estructurales. El mundo puede imaginarse como un salón de clases; En el pasado hubo estadounidenses que actuaban como profesores o líderes de clase que mantenían el orden.

Aunque a veces las acciones de estos “maestros” son molestas e injustas, al menos hay autoridad para garantizar que los estudiantes no peleen brutalmente entre sí. Pero ahora, la superpotencia está empezando a volverse indiferente, ocupada en la polarización política dentro de su propio país y poco a poco dejando las aulas sin supervisión.

Este vacío de poder crea lo que John Mearsheimer llama en su libro La tragedia de la política de las grandes potencias como condición de anarquía internacional. Sin una autoridad central a la que temer, otros estados poderosos se sintieron libres de actuar agresivamente para asegurar sus propios intereses.

Como resultado, hacia 2026, es muy probable que se produzca una nueva explosión de conflicto porque ya no habrá un «policía mundial» que pueda intervenir o castigar a los infractores de las normas. Este caos no se limita sólo a la mesa diplomática de la ONU o al campo de batalla, sino que también se filtra en el tejido cultural y en las interacciones sociales cotidianas.

Últimamente se ha vuelto cada vez más difícil para las personas conversar de forma conectada entre sí porque los temas y referencias que tienen son completamente diferentes. Este fenómeno es un síntoma de la muerte de la cultura dominante, o lo que a menudo se denomina la muerte del monocultivo.

El periodista cultural Kyle Chayka analiza este fenómeno de fragmentación de manera muy aguda y profunda en su libro titulado Mundo filtrante. En el pasado, la sociedad estaba sujeta a la misma narrativa; todo el mundo ve los mismos programas de televisión, escucha las mismas canciones exitosas y lee los mismos periódicos matutinos.

Hoy en día, algoritmos sofisticados en TikTok e Instagram dividen a las audiencias en millones de pequeñas salas llenas únicamente de las cosas específicas que le gustan a cada individuo. Como resultado, ya no existe una única realidad compartida ni una única «meca» cultural que pueda utilizarse como guía para el debate.

Una persona puede vivir en un mundo de algoritmos que creen en una determinada conspiración, mientras que la persona que está a su lado vive en un mundo con hechos completamente diferentes. Francis Fukuyama en su libro Identidad calificó esta condición como muy peligrosa porque se convirtió en combustible para políticas de identidad estrechas y radicales.

Cuando la gran narrativa que mantiene unida a la sociedad se derrumbe, la gente buscará instintivamente seguridad dentro de sus propios pequeños grupos o tribus. Esto crea una sociedad tribal, que se ofende fácilmente y casi imposible de discutir para encontrar una solución común.

El año 2026 tiene el potencial de ser el pico de esta fragmentación social, donde los conflictos ya no ocurren entre países, sino entre diferentes realidades de una sociedad. Los debates ya no giran en torno a la mejor solución a un problema, sino a discusiones sobre qué hechos básicos son más correctos.

Entonces, el caos que Cupino sintió en su sala de embarque no era sólo un sentimiento de melancolía, sino un hecho estructural que estaba sucediendo a nivel global. De hecho, el mundo está perdiendo orden masivamente, tanto en el candente mapa geopolítico como en la pantalla. teléfono inteligente uno frío.

Pero en medio de todo este análisis sombrío, hay una pregunta crítica que es necesario plantearse antes de hundirse en la desesperación. ¿Todo este caos y pesimismo ocurre de forma natural, o hay ciertos partidos que están obteniendo enormes beneficios de este miedo masivo?

¿El negocio del miedo?

A menudo, el sentimiento de pesimismo que aparece al final de cada año no es sólo una coincidencia, sino el resultado de un buen diseño del sistema. Vale la pena sospechar que este sentimiento de “el mundo se acabará” es el principal combustible de la gigantesca máquina económica en funcionamiento.

Término economía de la inseguridad o la economía de la inseguridad son muy relevantes para analizar este fenómeno de pánico masivo que ocurre rutinariamente. Guy Standing, en su fenomenal libro titulado El precariadoExplica este mecanismo de una manera muy clara y reveladora.

Sostuvo que la inseguridad se mantenía deliberadamente para que la gente (especialmente la clase trabajadora) permaneciera en una posición de obediencia y poca exigencia. Si alguien teme constantemente que lo despidan mañana por la mañana o que el año que viene haya una crisis monetaria, definitivamente estará dispuesto a aceptar cualquier salario y trabajar tan duro como quiera.

El miedo es la herramienta más eficaz de control social y las narrativas aterradoras sobre 2026 son el momento perfecto para difundirlo. Naomi Klein tiene una teoría aún más aterradora sobre esto en su famoso libro: La doctrina del shock.

Klein explica cómo las crisis, tanto reales como percibidas, a menudo sirven como oportunidades comerciales de oro para las elites corporativas y políticas. Cuando la gente entra en pánico o se encuentra en una situación. caosla psicología del público se debilita y se rinden y aceptan cualquier política que se les ofrezca.

En ese momento de pánico, los bienes públicos pueden venderse a bajo precio o pueden aprobarse leyes perjudiciales para el pueblo silenciosamente y sin protestas significativas. Por lo tanto, los medios de comunicación y las élites pueden amplificar deliberadamente la aterradora narrativa sobre 2026 para que la gente compre más productos de «seguridad».

Ya sean productos de seguros, invertir en oro, que se dice que es antiinflacionario, o simplemente pasar más tiempo en las redes sociales monitoreando las malas noticias. Las empresas de tecnología obtienen billones de rupias en ganancias de sus actividades desplazamiento fatal; Cuanto más ansiosa está la gente, más tiempo permanecen sus ojos en el anuncio en la pantalla.

El sociólogo Ulrich Beck en Sociedad del riesgo Dijo que la sociedad moderna ya no se ocupa de distribuir el bienestar, sino de gestionar el riesgo. Se hace que los individuos se sientan pequeños e impotentes frente a riesgos globales como el cambio climático, la guerra nuclear o el colapso económico.

De hecho, a menudo el resultado es un pesimismo excesivo. profecía autocumplida o una profecía que se cumple porque se cree colectivamente. Si todo el mundo cree que la economía del próximo año será destruida y luego deja de comprar porque tiene miedo, entonces la economía definitivamente quedará completamente destruida porque la circulación de dinero se detendrá.

Por tanto, de cara a 2026 es muy necesaria una actitud crítica para no tragarse todas las malas noticias que están circulando. Es posible que haya desafíos difíciles por delante, pero eso no significa que el fin definitivamente ocurrirá mañana.

El miedo de Cupin antes en su sala de embarque era un sentimiento válido, pero no tenía que permitirse hundirse en la parálisis mental. Hay que ser plenamente consciente de que en medio de la ruidosa narrativa del caos, hay grupos silenciosos que venden tranquilizantes.

Afrontar el próximo año con la cabeza fría y la racionalidad mantenida es la mejor forma de resistencia que se puede hacer ahora. No dejemos que la sociedad se convierta en marionetas impulsadas por el miedo creado por otros partidos en beneficio de su equilibrio financiero.

Después de todo, 2026 es sólo un año en el calendario; El destino humano todavía está determinado por acciones reales, no por las predicciones de los expertos en televisión. Respirar profundamente y dejar el teléfono a un lado por un momento puede ser el primer paso para darte cuenta de que la tormenta definitivamente pasará con el tiempo.

Puede que el mundo esté avanzando hacia el caos, pero la opción de mantenerse cuerdo y no volverse loco siempre está disponible. El futuro es un papel en blanco cuya pluma todavía está en manos de los propios humanos, no en manos de algoritmos o políticos. (A43)






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