El ascenso de las mujeres del Eje


Más de ocho décadas después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, los tres países que alguna vez formaron el bloque del Eje (Japón, Italia y Alemania) ahora están atrayendo nuevamente la atención del mundo. Pero esta vez, no por expansión militar o alianzas bélicas, sino por un fenómeno político interesante: los tres están ahora dirigidos o tienen el potencial de ser dirigidos por mujeres de tendencia derechista. Sanae Takaichi lidera Japón como su primera primera ministra, Giorgia Meloni ocupa el poder en Italia desde 2022, mientras que Alice Weidel de Alemania tiene potencial para convertirse en la próxima canciller.


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La presencia de estas tres líderes femeninas parece a primera vista una victoria para la representación de género en la política. Sin embargo, la ironía es que los tres son conocidos por sus agendas ferozmente conservadoras y nacionalistas, haciéndose eco de los sentimientos políticos que alguna vez dominaron a sus tres países en una era oscura de la historia. Este fenómeno plantea una pregunta fundamental: ¿se trata realmente de un progreso en la igualdad de género o se trata más bien de una nueva estrategia política para reenvasar viejas ideologías con una cara más “aceptable”?

Para comprender el significado de este momento, debemos volver al contexto histórico. Japón, Italia y Alemania formaron las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, uniéndose contra las potencias aliadas con una agenda expansionista y militarista. Su derrota en 1945 marcó el fin de esa era y obligó a los tres países a reconstruir sus identidades políticas en el nuevo orden mundial.

Pero ahora, estos tres países se encuentran una vez más en una interesante encrucijada política. Lo que es diferente es que esta transformación política fue liderada por mujeres, algo que hubiera sido imposible de imaginar en la era de la Segunda Guerra Mundial. Giorgia Meloni, del partido Hermanos de Italia, que tiene sus raíces en el movimiento neofascista de la posguerra, ha sido primera ministra de Italia desde octubre de 2022. Es la primera mujer líder en la historia moderna de Italia y es conocida por su dura retórica sobre la inmigración y su énfasis en los valores familiares tradicionales.

En Japón, Sanae Takaichi hizo historia en octubre de 2025 al convertirse en la primera mujer primera ministra del país. Takaichi, un autoproclamado admirador de Margaret Thatcher, es conocido desde hace mucho tiempo como un político conservador abierto. Apoya una revisión de la constitución pacifista de Japón, aboga por un aumento en el presupuesto de defensa y visita con frecuencia el controvertido Santuario Yasukuni, un símbolo del nacionalismo japonés que es sensible a los países vecinos.

Mientras tanto, en Alemania, Alice Weidel lidera el partido Alternativa para Alemania (AfD) como su candidata a canciller. En las elecciones generales de febrero de 2025, el AfD ocupó el segundo lugar con un apoyo sorprendente, recibiendo incluso el respaldo de figuras internacionales como Elon Musk. Weidel, con experiencia como economista de Goldman Sachs, lidera un partido conocido por su postura extrema antiinmigración y escepticismo hacia la Unión Europea.

Estilos de liderazgo de las mujeres de derecha

El liderazgo de estas tres figuras ofrece interesantes estudios de caso sobre cómo las mujeres navegan en la política de derecha. Giorgia Meloni, por ejemplo, ha logrado posicionarse como una líder firme pero pragmática. Desde que llegó al poder, ha tratado de moderar algunas de las posiciones extremas de su partido para ganar legitimidad en el escenario europeo, manteniendo al mismo tiempo su agenda central sobre inmigración y valores tradicionales. Meloni suele utilizar narrativas sobre “proteger a la familia italiana” y “soberanía nacional” como marco de sus políticas.

Takaichi en Japón aportó un enfoque diferente pero aún conservador. Es conocido como un tecnócrata bien versado en cuestiones económicas y de defensa, que utiliza su experiencia para legitimar una agenda política más dura. Takaichi apoyó una política económica que llamó “Sanaenomics”, una variación de la Abenomics que enfatizaba la intervención estatal y el proteccionismo económico. En cuestiones sociales, se opone sistemáticamente a cambiar apellidos separados después del matrimonio y se muestra escéptico ante la reforma LGBT, lo que refleja un profundo conservadurismo social.

Alice Weidel enfrenta desafíos únicos como líder de un partido a menudo acusado de tener elementos extremistas. Curiosamente, la propia Weidel es una lesbiana que vive con su pareja y sus hijos en Suiza, una sorprendente contradicción con la base conservadora de AfD. Sin embargo, logra sortear esta contradicción centrándose en cuestiones económicas y de inmigración, evitando al mismo tiempo discusiones profundas sobre los derechos LGBT. Esta estrategia le permitió mantener el liderazgo del partido sin dejar de proyectar una imagen de modernidad.

El fenómeno del liderazgo femenino en los partidos de derecha no es sólo una coincidencia. La profesora Manuela Caiani de la Scuola Normale Superiore de Italia explica el concepto de “femonacionalismo”, una estrategia en la que los partidos populistas de derecha utilizan el liderazgo femenino como herramienta de normalización. Al colocar a mujeres en altos cargos, estos partidos pueden refutar las acusaciones de sexismo manteniendo al mismo tiempo su agenda conservadora.

Además, la teoría de la «representación descriptiva estratégica» desarrollada por investigadores políticos muestra que los partidos de derecha radical aumentan deliberadamente la representación de las mujeres para atraer votantes sin cambiar la esencia de sus políticas. Las mujeres líderes se están convirtiendo en una cara más aceptable para una política que podría considerarse demasiado extrema si estuviera dirigida por hombres. Esto crea la ilusión de inclusión manteniendo al mismo tiempo un núcleo ideológico exclusivo.

Las investigaciones también muestran que las líderes femeninas en partidos de derecha a menudo utilizan la retórica de la seguridad y la protección (temas tradicionalmente asociados con los roles domésticos de las mujeres) para legitimar políticas duras contra la inmigración y los «forasteros». La narrativa de “proteger la nación” se convierte en una extensión de la narrativa de “proteger a la familia”, creando una continuidad entre los roles de género tradicionales y las agendas políticas nacionalistas.

¿Repetición de la historia o nueva transformación?

La pregunta pendiente es: ¿el liderazgo de estas tres mujeres llevará a los tres antiguos países del Eje en una dirección diferente a su oscuro pasado, o repetirán errores históricos en una nueva presentación?

Por un lado, su presencia rompió efectivamente el «techo de cristal» en la política. No se puede negar que que las mujeres dirijan países tradicionalmente altamente patriarcales es un logro simbólico importante. Esto allanó el camino para otras mujeres en la política y cuestionó las suposiciones sobre quién podría liderar.

Pero, por otro lado, la agenda que promueven (nacionalismo violento, políticas de inmigración restrictivas, escepticismo de las instituciones internacionales y conservadurismo social) hace eco de sentimientos que alguna vez llevaron al mundo a un conflicto devastador. Aunque el contexto global actual es muy diferente y no hay indicios de que los tres países formen una alianza militar, el ascenso de la política de extrema derecha en los tres países simultáneamente sigue siendo un fenómeno que debe ser observado de cerca.

Hannah Arendt, una destacada filósofa política, dijo una vez: «La revolución más radical se convertirá en conservadora al día siguiente de la revolución». Esta cita es muy relevante para comprender el fenómeno Axis Women. Una revolución de género en el liderazgo no produce automáticamente una revolución en las políticas. Las mujeres en la cima del poder no siempre significan un progreso progresista; a veces son un medio para consolidar valores conservadores con una nueva legitimidad.

El ascenso de Axis Women nos recuerda que la política de identidad es mucho más compleja que la mera representación. La representación de las mujeres en puestos de liderazgo es importante, pero no es la única medida del progreso. Lo que es más crucial es la sustancia de las políticas y valores por los que se lucha. Cuando tres países que alguna vez estuvieron unidos en una agenda destructiva ahora están liderados por mujeres de derecha, debemos preguntarnos: ¿es esto realmente un nuevo despertar o simplemente una repetición del viejo con diferentes actores?

La respuesta determinará no sólo el futuro de estos tres países, sino que también brindará lecciones importantes para la democracia global sobre la compleja relación entre representación, ideología y poder. Es interesante esperar la secuela. (T13)



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