El golpe maestro del desastre de Jusuf Kalla


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El tsunami de Aceh de 2004 dejó una herida imborrable en la historia de Indonesia. Se perdieron más de 230.000 vidas, la infraestructura quedó completamente destruida y millones de personas quedaron sin hogar. Pero en medio de la destrucción, surgió una figura que convirtió el desastre en una clase magistral de liderazgo en crisis: Jusuf Kalla.


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Pasaron dos décadas y el nombre de JK volvió a ser ampliamente discutido cuando las inundaciones repentinas azotaron Sumatra. No sin razón. La historia de la velocidad de respuesta de JK en Aceh es un estándar de oro en contraste con la lenta respuesta del gobierno actual. Esto no es sólo nostalgia, sino una disección anatómica de las decisiones de un líder que se atreve a correr riesgos.

Cuando el presidente Susilo Bambang Yudhoyono todavía estaba en Papúa, JK tomó el mando. Pidió al Ministro de Comunicación e Información, Sofyan Djalil, que volara a Aceh en su avión privado.

Cuando Sofyan regresó entre lágrimas con un informe (se estimaban las bajas en 50.000), JK no perdió tiempo en días de reuniones de coordinación. En mitad de esa misma noche, reunió a seis ministros y al comandante del TNI con una orden firme: las medicinas y los alimentos deben llegar a Aceh al día siguiente, sean cuales sean los medios.

“Simplemente dispara al candado”: ​​procedimientos versus vidas

La historia más legendaria de esa noche fue el enfrentamiento de JK con un funcionario del Ministerio de Salud. «Pero señor, ya es de noche. Todos los almacenes están cerrados y no sabemos dónde vive la persona que tiene la llave», dijo el funcionario en el típico tono burocrático.

Lo que ocurrió después se ha convertido en una lección de liderazgo que se enseña en varias escuelas de gestión de crisis. JK golpeó la mesa. Su enfado no carece de razón: se trata de una cuestión de vida o muerte para miles de personas, no de un informe administrativo.

«Ahora dame la dirección de los almacenes. No busques a la persona que tiene la llave de la cerradura. Toma un arma y dispara a la cerradura», ordenó JK con firmeza. «Saca el dinero esta noche y llévalo mañana por la mañana temprano a Medan. Allí compras fideos y los llevas directamente a Aceh».

La siguiente frase es una garantía que rara vez dan los líderes modernos: «Yo soy el vicepresidente y usted es un funcionario estatal. Usted cumple esta orden. Yo soy responsable de todos los problemas que surgirán en el futuro. Yo soy el que fue a la cárcel, no usted. Si rechaza esta orden, renuncie a su cargo ahora mismo».

Esto es lo que el filósofo político Carl Schmitt llamó “decisionismo”: la capacidad de decidir en circunstancias excepcionales. Schmitt escribió una vez: «El soberano es quien decide sobre la excepción». JK puso esta teoría en acción concreta: cometiendo pecados administrativos (desembolsar fondos sin la aprobación de la RPD, violar los procedimientos de adquisiciones, abrir el Área de Operaciones Militares de Aceh a tropas extranjeras) para salvar vidas.

El filósofo Max Weber la llamó “Ética de la Responsabilidad”, que es diferente de la “Ética de la Convicción”. A JK no le importa seguir procedimientos rígidos, sino que se concentra en el resultado final: salvar tantas vidas como sea posible. Un verdadero líder, dijo Weber, se pone a prueba cuando se atreve a correr riesgos personales por el bien público.

Comparación global: JK, Giuliani y LKY

El liderazgo de JK en el tsunami de Aceh no fue un fenómeno aislado. La historia registra varios líderes mundiales que demostraron una velocidad de respuesta similar en las crisis.

Rudy Giuliani, alcalde de Nueva York durante la tragedia del 11 de septiembre, tiene sorprendentes similitudes con JK. Cuando las torres gemelas del World Trade Center se derrumbaron, el presidente George W. Bush todavía estaba en el Air Force One, aislado de la zona cero. Giuliani inmediatamente salió a las calles polvorientas, tomó el mando y se convirtió en un rostro tranquilo en medio del caos. Al igual que JK, no espera instrucciones de arriba: él mismo se convierte en las instrucciones. Su rápida decisión de evacuar el Bajo Manhattan y coordinar los equipos de rescate salvó miles de vidas.

Pero hay una diferencia fundamental: Giuliani opera dentro de un sistema democrático liberal establecido con una infraestructura de crisis bien ensayada. JK, por otro lado, tuvo que luchar con la rígida y corrupta burocracia de Indonesia, y en ese momento todavía estaba el conflicto con el GAM. Los logros de JK son relativamente mucho más impresionantes.

Lee Kuan Yew, el fundador del Singapur moderno, también ofrece una comparación interesante. El estilo de JK es muy LKY: pragmático, autoritario y eficiente, y no le importa la diplomacia de conversaciones triviales. La decisión de JK de llamar a tropas extranjeras -Estados Unidos, Australia e incluso Israel- a Aceh es similar al estilo de LKY de invitar a tropas israelíes a entrenar a las tropas de Singapur a pesar de las protestas de los países musulmanes vecinos. Lo que les importa a ambos: la supervivencia y la eficacia, no la opinión pública ni el protocolo diplomático.

Algunos incluso llaman a JK “el LKY de Indonesia”, un pragmático con experiencia empresarial que entiende que en una crisis, no gana el más democrático, sino el más rápido y eficiente.

Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial también mostró una actitud similar. Cuando Gran Bretaña estaba casi aplastada por los nazis, Churchill tomó decisiones controvertidas: hundir la flota francesa en Mers-el-Kébir para evitar que cayera en manos de Hitler, dejar que Coventry fuera bombardeada sin evacuación para mantener el Enigma en secreto. Estas brutales decisiones salvaron a Inglaterra, pero lo atormentaron por el resto de su vida. JK se enfrenta al mismo dilema moral: infringir la ley para salvar vidas.

Un legado inolvidable: lecciones para la futura Indonesia

Dos décadas después del tsunami de Aceh, Indonesia no ha producido un líder con capacidad de respuesta como JK. Este fenómeno no es una coincidencia, sino un resultado sistémico de cambios en el panorama político y legal de Indonesia.

Hoy en día, los funcionarios indonesios temen más a la Comisión para la Erradicación de la Corrupción que a un pueblo hambriento. Esta paradoja nació del trauma de la era de las reformas: cada decisión rápida sin procedimientos completos era sospechosa de corrupción. Como resultado, en un desastre, los funcionarios prefieren un escrutinio lento pero legalmente seguro a un escrutinio rápido pero arriesgado.

El caso JK enseña tres cosas cruciales para afrontar futuros desastres. Primero, en tiempos de crisis, la velocidad triunfa sobre la perfección. Esperar a que todos los documentos estén completos significa dejar morir a la gente. En segundo lugar, los líderes deben tener el coraje de asumir riesgos personales por el interés público. La promesa de JK de “iré a la cárcel” es una rara forma de liderazgo hoy en día. En tercer lugar, los procedimientos están hechos para tiempos de paz; en una emergencia, los procedimientos pueden ser mortales.

Indonesia necesita una reforma del sistema que proteja a los funcionarios que se atreven a tomar decisiones rápidas en caso de desastres. Es necesario que haya una cláusula clara de “estado de emergencia” en la ley financiera estatal, que permita el desembolso rápido de fondos sin riesgo penal si se hace de buena fe. La valentía moral debe institucionalizarse, no criminalizarse.

También es digno de mención el golpe maestro geopolítico de JK: utilizó el tsunami como catalizador para la paz en Aceh. El desastre «obligó» a ambos bandos a sentarse a la mesa de negociaciones en Helsinki. Éste fue un verdadero golpe maestro: cambiar la tragedia por la paz.

Ahora, mientras Indonesia enfrenta un desastre tras otro (inundaciones de Sumatra, erupciones volcánicas, terremotos), la pregunta es apremiante: ¿quién se atreverá a decir “simplemente dispara a la cerradura”? ¿Quién correrá riesgos personales para salvar al pueblo? ¿O seguiremos atrapados en una burocracia que mata educadamente?

Albert Einstein dijo una vez: «En medio de las dificultades está la oportunidad». JK demostró que en medio de la destrucción del tsunami, existía la oportunidad de mostrar un verdadero liderazgo. Ese legado está esperando ser replicado o convertirse para siempre en un estándar insuperable en la historia de Indonesia. (T13)



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