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Las olas de manifestaciones en Asia a menudo se ven eclipsadas por las acusaciones de «intervención extranjera» de Occidente y China. Pero, ¿hay realmente un actor externo que regula, o simplemente el eco de la batalla cambiante del orden mundial?
«Debido a que Estados Unidos se verá obligado a participar en la política de equilibrio de poder con China y Rusia, su capacidad para participar en la ingeniería social en el extranjero será muy limitada». – John J. Mearsheimer, «Bound to Fail: El ascenso y la caída del orden internacional liberal«(2019)
Cupin todavía recuerda muy bien cuando fue arrastrado en una multitud de manifestaciones en Yakarta hace algún tiempo. No porque quisiera ser orador, sino porque la cafetería suscrita estaba al lado de la carretera de protocolo donde se reunieron miles de estudiantes.
En medio del humo, Cupin escuchó a la gente discutir sobre quién realmente movió la misa. Algunos mencionaron la red de activistas del campus, y otros bromeaban, diciendo «debe haber extranjeros en la parte posterior».
La sospecha de que hay una mano extranjera no es un artículo nuevo en Asia. Desde Indonesia, Nepal, Filipinas, hasta Timor-Leste, cada gran ola de protesta a menudo está envuelta en el aroma de la conspiración transfronteriza.
Para algunos gobernantes, las narrativas extranjeras son un escudo poderoso. Esta acusación no solo cierra las debilidades internas, sino que también fomenta el espíritu del nacionalismo que hace que las personas duden en confiar en los extraños.
Sin embargo, detrás de la acusación hay una realidad más compleja. Los problemas sociales, la injusticia económica y la represión política siguen siendo el principal combustible de las manifestaciones, mientras que «extranjero» a menudo es solo una especia en la retórica.
Cupin levantó las cejas cuando escuchó a un vendedor callejero unido para acusar a CIA como titiritero. Simplemente sonrió con amargura, consciente de lo fácil que se usó la palabra «extranjero» para reparar el agujero político doméstico.
Este fenómeno lleva a una pregunta más importante: ¿hay realmente una intervención extranjera directa o estamos atrapados en el vórtice geopolítico global? La siguiente parte intentará desmantelar el marco del orden mundial, lo que hace que el tema «extranjero» sea siempre relevante.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta explicación no dará respuestas en blanco y negro. Podría ser que la intervención extranjera existe, pero también puede ser solo una sombra de cambios en el orden global que es difícil de evitar.
Guerra liberal vs agnóstico en Asia
En una tarde polvorienta, Cupin llevó un grueso libro de John J. Mearsheimer, Bound to Fail: El ascenso y la caída del orden internacional liberal. Mientras bebía café, trató de entender por qué el orden liberal del mundo que solía ser frágil puede ser frágil antes de la realidad.
Mearsheimer escribe que el orden liberal posterior al mundo es impulsado por los Estados Unidos con una visión universal: democracia, derechos humanos y libertad. Pero el idealismo, según él, era demasiado grandioso porque a menudo se enfrentaba con intereses nacionales que nunca estaban realmente en armonía.
Cupin respiró hondo, sintiendo las palabras de Mearsheimer como llamadas. Recordó cómo el idealismo a menudo no puede cubrir los costos políticos y sociales que deben ser asumidos por los países en desarrollo.
Por otro lado, China viene con un modelo que es más «agnóstico». No hablar mucho sobre la democracia o los derechos humanos, sino que enfatiza la soberanía, el desarrollo económico y los principios de no intervención.
Para los países que están hartos de estar presionados con estándares liberales, los chinos ofrecen sonido como música en los oídos. Sienten que pueden soberanear llenos sin tener que ser observados por los valores occidentales.
Cupin se rió un poco, imaginando que un líder asiático dijo: «Si puedes obtener una inversión sin una conferencia democrática, ¿por qué no?» Ahí se encuentra la atracción del orden agnóstico chino.
Mearsheimer enfatizó que esta rivalidad no es solo una economía o militar. Esta es una batalla ideológica que se filtra en la política doméstica de los países vulnerables.
Entonces, la acusación de «extranjeros» en manifestaciones puede no ser solo calumnia barata. Hay una lógica geopolítica más amplia, donde la colisión de dos orden mundial forma una nueva etapa para las tensiones políticas asiáticas.
Aun así, no se apresure a concluir que todas las manifestaciones son solo peones en el ajedrez global. Todavía hay dinámicas locales que no son menos decisivas y necesitamos examinar más a fondo.
Cuanto más agnóstico, más manifestaciones?
Cupin regresó a su mesa de café favorita, esta vez con un periódico lleno de noticias de demostraciones de Manila y Katmandú. Entre los grandes titulares, vio un patrón que vincula los disturbios de las calles con las sombras de la rivalidad mundial.
Estados Unidos, que solía ser firme con su misión liberal, ahora también es más pragmática. Para mantener a China, Washington está dispuesto a reducir las conferencias sobre la democracia, siempre que sus socios sigan siendo fieles para mantener los intereses estratégicos.
China no permaneció en silencio. Expandió la influencia a través de la inversión en infraestructura, los préstamos blandos y la retórica de soberanía que hizo que el gobierno local se sintiera protegido.
Dentro de este cuadro, Asia se convirtió en una especie de laboratorio político. La ola de manifestaciones que surgió fue la reacción de la gente al autoritarismo, pero también el reflejo del impacto de dos órdenes mundiales que fueron cada vez más similares en su pragmatismo.
Los datos de varios estudios muestran una disminución en la libertad civil en muchos países asiáticos. Para Cupin, no es solo un número, sino una historia real sobre la prensa que está siendo silenciada y el activista capturado.
En Indonesia, las narraciones «extranjeras» a menudo se usan para etiquetar a los estudiantes que salen a las calles. En Filipinas, se dirigen acusaciones similares a las ONG que se considera que reciben fondos internacionales.
Nepal y Timor-Leste no escaparon de la polarización entre los campamentos pro-liberales y pro-agnósticos. La manifestación allí se convirtió en una etapa en miniatura de rivalidad global mucho mayor.
Cupin se da cuenta de que las acusaciones extranjeras a menudo son más un reflejo del miedo de élite que la realidad completa. Sin embargo, también entiende que la influencia global se filtra en muchas formas que son difíciles de represar.
Finalmente, el gran nodo de todo esto es que las manifestaciones asiáticas no son solo una explosión espontánea o ingeniería extranjera, sino los síntomas de la transformación global a un orden cada vez más pragmático.
Al abrir un espacio de diálogo, mantener la soberanía y perfeccionar la inteligencia geopolítica, los países asiáticos pueden convertir una ola de protesta en un impulso hacia una política más madura. ¿No es así? (A43)