Anhelo de servicios de inmigración fáciles – ANTARA News Megapolitan

Yakarta (ANTARA) – Los cambios en la forma de vida de las comunidades urbanas requieren servicios públicos más inteligentes y orientados a las necesidades reales de los ciudadanos. En medio del ritmo acelerado de la vida, los asuntos administrativos a menudo se convierten en una carga adicional.

A partir de este punto, la calidad de la burocracia en realidad se pone a prueba no por el número de reglas que se hacen cumplir, sino por el grado en que el Estado está presente con empatía en el ejercicio de su autoridad.

La decisión de la Oficina de Inmigración No TPI Clase I de Bekasi de ampliar los servicios de pasaportes, añadiendo puntos y ajustando los tiempos de servicio es un pequeño ejemplo de un cambio importante en la perspectiva burocrática.

Si bien muchas personas extrañan la conveniencia de los servicios de inmigración, los servicios ya no deberían centrarse en edificios de oficinas, sino llevarse a espacios de actividad comunitaria, como centros comerciales y centros de servicios integrados.

Esto es lo que realmente se está haciendo, no sólo innovación técnica, sino un cambio de paradigma: de «servido por el Estado» a «el Estado sirve».

El jefe de la Oficina de Inmigración de Bekasi, Anggi Wicaksono, explicó que se tomaron medidas para simplificar los servicios mediante la apertura de unidades de servicio en el Centro Comercial de Servicios Públicos (MPP) de la ciudad de Bekasi, Cibubur Plaza ULP y el Salón de Inmigración del Grand Metropolitan Mall.

Para llegar a las personas que están ocupadas entre semana, las dos últimas unidades ahora también funcionan todos los sábados de 09.00 a 14.00 horas y han implementado un sistema de «Servicio sin interrupciones» desde septiembre, que permite que el procesamiento de pasaportes continúe durante la pausa del almuerzo.

Este cambio parece simple, pero tiene un significado profundo. En medio de los apretados horarios de trabajo de las comunidades urbanas, la decisión de abrir servicios, incluso los fines de semana, incluso durante las pausas para el almuerzo, muestra una forma de respeto por el tiempo de los residentes.

Los servicios públicos ya no se basan en una lógica administrativa rígida, sino en un equilibrio entre normas y humanidad. El Estado, en este caso, aprende a adaptarse al pulso de la vida de las personas.

Sin embargo, la transformación de los servicios públicos no es sólo una cuestión de conveniencia, sino también de responsabilidad. Cuando la Oficina de Inmigración de Bekasi enfatiza la importancia de tener documentos completos y el cumplimiento de los procedimientos operativos estándar (SOP), algunas personas pueden percibir esto como rigidez.

Por ejemplo, el proceso de expedición de un pasaporte sólo puede realizarse si los tres documentos de identidad están completos, no para complicar las cosas, sino para garantizar una administración ordenada y protección de los datos personales.

Además, también comenzaron a aplicar principios sensación de seguridad para atender a los posibles trabajadores migrantes indonesios (PMI) como un esfuerzo para prevenir actos criminales de trata de personas (TPPO) y la colocación no procesal de trabajadores migrantes. La protección legal de los posibles PMI debe comenzar desde dentro del país.


Símbolo de validez

La firmeza administrativa es parte de la responsabilidad del Estado de mantener la integridad de los documentos y la seguridad de la identidad de sus ciudadanos.

En la era digital y de alta movilidad, los documentos, como los pasaportes, no son sólo un permiso de viaje, sino un símbolo de la validez de la ciudadanía y los derechos legales ante otros países.

Este es el punto importante de la educación pública. La burocracia no basta sólo para servir, sino que también necesita educar y enseñar la importancia de la legalidad, la disciplina documental y la responsabilidad administrativa como parte de la alfabetización cívica.

Desafortunadamente, la mayoría de los ciudadanos todavía ven los servicios públicos como meras transacciones entre solicitantes y funcionarios.

De hecho, cada interacción con el Estado es un espacio de aprendizaje, tanto para que la comunidad comprenda el sistema como para que el aparato perfeccione la sensibilidad social.

En este contexto, unos servicios de inmigración rápidos, ordenados y amigables no son sólo una cuestión administrativa, sino parte de la educación pública que genera conciencia jurídica y un sentido de confianza en el país.

Asertividad y empatía, dos palabras que a menudo se consideran opuestas, son en realidad la base de unos servicios públicos de calidad. Se necesita firmeza para que el sistema funcione de manera justa y transparente.

Se necesita empatía para que toda regla no pierda su espíritu humano. Cuando estas dos cosas se combinan, los servicios públicos pasan de ser una simple cuestión de procedimiento a convertirse en parte de la civilización, donde el Estado y los ciudadanos se encuentran en respeto mutuo.

Una manifestación concreta de empatía burocrática se ve en el compromiso de Bekasi Kanim con la protección de los posibles trabajadores migrantes.

En los últimos años, muchos casos de trata de personas se derivan de procesos administrativos laxos y de una verificación mínima.

Aquí es donde los servicios de inmigración juegan un papel estratégico como primer bastión de protección jurídica. Cada inspección de documentos no es sólo una obligación, sino más bien una medida preventiva contra posibles delitos transfronterizos que perjudican a las personas.

Esta medida de precaución a veces se malinterpreta como una forma de ralentizar el proceso. De hecho, la protección de los ciudadanos, especialmente de los grupos vulnerables, como los posibles trabajadores migrantes, requiere cuidado y minuciosidad por parte de los funcionarios estatales.

Los países no deberían apresurarse a publicar documentos que podrían utilizarse indebidamente para su explotación. Aquí es donde aparece el equilibrio entre rapidez en el servicio y responsabilidad moral, dos cosas que no deberían estar en conflicto.


La esencia del servicio.

Un buen servicio público no significa rápido, sin control, sino ágil, sin perder la cautela.

La calidad del servicio no sólo se mide por la duración del tiempo o la cantidad de documentos publicados, sino también por el grado en que las personas se sienten seguras, apreciadas y no abandonadas en el proceso.

Ésta es la esencia de los servicios públicos que empoderan, no haciendo dependientes a los ciudadanos, sino haciéndoles comprender conscientemente sus derechos y obligaciones administrativas.

Cuando el público comprenda las razones detrás de cada disposición, la burocracia ya no será un oponente rígido, sino un socio confiable.

Esta confianza, si crece, se convierte en una energía social extraordinaria que reduce la práctica de la intermediación, fortalece la integridad del servicio y fomenta una cultura de orden legal. De esta manera, los servicios públicos se convierten en un medio para construir el carácter nacional, no sólo la administración estatal.

La Oficina de Inmigración, en este contexto, es sólo un pequeño ejemplo de cambios en la forma en que el país trabaja para servir a la gente.

A partir de pequeños pasos como estos, el rostro de la burocracia indonesia está cambiando lentamente para volverse más abierto, adaptable y consciente de que servir a los ciudadanos no es una carga, sino un honor.

En un mundo que avanza rápidamente y que a menudo pierde el sentido, una burocracia dispuesta a escuchar, adaptarse y adherirse a la integridad es una señal de que la reforma no es sólo palabras.

La burocracia vive de acciones simples, como ampliar los horarios de servicio, hacer cumplir las reglas, sin arrogancia, y ver a los ciudadanos no como solicitantes, sino como seres humanos que tienen derecho a un servicio justo y digno.

Los servicios públicos ideales no siempre tienen que ser perfectos. Lo importante es la voluntad de seguir superándonos, adaptarnos a las necesidades de la sociedad y hacer de cada política un espacio de aprendizaje compartido.

Porque, al final, un país se mide no por cuántas regulaciones establece, sino por la humanidad con la que sirve a su gente.



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