Mataram (ANTARA) – En el pasado, la tierra parecía una hermosa promesa; una promesa de cultivar, construir una casa y criar generaciones. Sin embargo, todo esto muchas veces termina en una larga espera sin certezas.
En la provincia de Nusa Tenggara Occidental (NTB), el lento proceso de reestructuración agraria ha dado lugar a dolores invisibles en los campos.
Muchos agricultores y pequeñas familias que han administrado la tierra, con el tiempo, pierden sus derechos legales o quedan atrapados en esquemas poco claros.
Reforma agraria ordenada por el gobierno central a través de regulaciones como el Decreto Presidencial no. 86 de 2018 y fortalecido por el Decreto Presidencial n. 62 de 2023 sigue siendo un discurso tras puertas burocráticas.
Un ejemplo real ocurrió en la antigua zona de Derechos de Cultivo (HGU) en Central Lombok Regency. Cientos de hectáreas de tierra aún no han sido devueltas por completo a la comunidad.
Mientras la tierra espera reconocimiento, los residentes plantan esperanza, no sólo arroz. Pero cuando ese proceso se estanca, lo que surge no sólo es incertidumbre sobre la tierra, sino también sobre sus propias vidas.
Por lo tanto, cuando el Gobernador del NTB, Lalu Muhammad Iqbal, afirmó que aceleraría las discusiones sobre la reforma agraria en las antiguas tierras del PT Tresno Kenangan HGU, en Lombok Central, no fue sólo un gesto, sino una luz amarilla que indica que la justicia agraria debe implementarse de inmediato, no solo una promesa.
Obstáculo
¿Por qué la reforma agraria en BNA avanza lentamente? Hay varios hilos comunes que están conectados entre sí, a saber, regulaciones superpuestas, instituciones que aún no son óptimas y la participación comunitaria que a menudo todavía se posiciona como un objeto, no como un sujeto.
Los estudios de caso en diversas áreas de BNA muestran que el control deficiente de la tierra a menudo se debe a dos cosas: tierras estatales o de empresas que no han sido reorganizadas, y personas que las han administrado pero cuyo estatus legal no ha sido reconocido.
Los ejemplos más concretos se encuentran en las aldeas de Karang Sidemen y Lantan, en el centro de Lombok, donde el antiguo HGU, que cubre una superficie de 355 hectáreas, es objeto de reforma agraria. Los residentes han administrado las tierras durante años, pero su solicitud de Tierras para Objetos de Reforma Agraria (TORA) se ha estancado en la agencia técnica.
Diversas publicaciones muestran que el tema de la reforma agraria no se limita sólo a los aspectos técnicos. Detrás de los montones de documentos y mapas de tierras, todavía hay un lado social que a menudo se pasa por alto: la débil participación de los residentes en el equipo del Grupo de Trabajo para la Reforma Agraria (GTRA), aunque sus voces deberían ser la base de cada decisión.
Los resultados de la investigación en diversas áreas de BNA muestran que la participación de la comunidad en la gestión del acceso es tan importante como los propios esfuerzos de redistribución de activos.
Las tierras que se devuelvan sin la participación ciudadana serán sólo un número en el informe, no una solución sobre el terreno. Sin embargo, el problema no termina ahí.
Los principales obstáculos son datos sobre la tierra no válidos, superposición de derechos de propiedad y uso y una débil coordinación institucional.
En condiciones como estas, la incertidumbre sobre los derechos a la tierra no es sólo un problema administrativo, sino más bien un rescoldo que puede desencadenar conflictos agrarios, impulsar una resolución y erosionar lentamente la confianza de la gente en el Estado.
Organizando desde las raíces
Acelerar la reforma agraria en NTB no basta sólo con una declaración del gobernador o una reunión del GTRA. Se necesita una base política de apoyo y medidas concretas en el terreno.
Hay tres pilares estratégicos que deben ser el foco principal, a saber, la gestión de activos, el fortalecimiento del acceso y la gestión de la sostenibilidad.
El primer pilar es la gestión de activos, que incluye la redistribución y legalización de los derechos sobre la tierra, especialmente en áreas ex HGU que han estado descuidadas durante mucho tiempo.
El gobierno provincial junto con los organismos técnicos y la comunidad deben elaborar un mapa de objetos de la reforma agraria que sea válido, abierto y de fácil acceso al público. La transparencia en cuanto a la superficie, el estado de los derechos y los planes de devolución de tierras es un requisito absoluto para que ya no surjan reclamaciones infundadas.
En NTB, 355 hectáreas de tierra en Karang Sidemen y Lantan podrían ser el punto de partida para demostrar que la promesa de una reforma agraria no es sólo un eslogan.
Además, fortalecer el acceso y el empoderamiento es la clave para que las tierras devueltas realmente brinden beneficios. Los derechos de propiedad sin capacidad de gestión sólo darán lugar a promesas vacías.
Por lo tanto, los residentes deben recibir asistencia técnica adecuada, capacitación y acceso al capital. Los gobiernos regionales pueden fomentar la formación de cooperativas agrarias o unidades de negocios agrícolas que vinculen los resultados de la producción con los mercados.
La tierra productiva no sólo hace crecer la economía local, sino que también restaura la dignidad social de la comunidad.
El último pilar es el fortalecimiento institucional y la participación. Es necesario fortalecer la GTRA a nivel provincial y distrital desde una perspectiva regulatoria y operativa para que no se limite a foros formales.
Las comunidades locales deben participar desde las etapas de identificación hasta las de evaluación para que las decisiones tomadas reflejen verdaderamente sus necesidades.
Con demasiada frecuencia las reuniones se llevan a cabo sin un espacio para la participación equitativa, un símbolo que refleja que las personas todavía a menudo se posicionan sólo como oyentes, no como tomadores de decisiones.
A través de una participación significativa, la reforma agraria no sólo creará un gobierno inclusivo, sino que también fomentará un sentido de propiedad de la tierra como fuente de vida compartida.
Justicia agraria
En realidad, la reforma agraria no consiste sólo en cambiar el nombre del propietario de la tierra, sino en restaurar el significado de la tierra como fuente de vida, prosperidad y paz para muchas personas.
En NTB, el gobernador Iqbal enfatizó que se invitaría al público y se escucharía su voz en el proceso de discusión. Esta no es sólo una declaración formal. Detrás de esto, hay un espíritu de tender puentes entre la burocracia y los agricultores, entre las políticas sobre la mesa y la realidad sobre el terreno.
Se pueden iniciar pasos concretos hacia este objetivo a partir del programa de aceleración TORA, una región, un objeto, que está listo para ejecutarse cada trimestre, con informes abiertos a los que puede acceder el público.
Además, el gobierno puede fomentar esquemas de asociación entre agricultores, inversores y cooperativas agrarias para que las tierras devueltas no dejen de ser un símbolo de justicia, sino que también se conviertan en tierras productivas y sostenibles.
Los esfuerzos para digitalizar los datos agrarios provinciales son una necesidad urgente para que el estado de la tierra, los procesos de redistribución y la agenda de GTRA puedan monitorearse hasta el nivel de las aldeas.
Esta transparencia puede fortalecerse mediante foros de diálogo periódicos entre residentes y gobiernos locales en lugares de conflicto agrario, como un espacio para generar confianza y al mismo tiempo garantizar que la reforma agraria vaya de acuerdo con las expectativas, es decir, que sea justa, abierta y pro-pueblo.
En última instancia, los ideales de la justicia agraria vivirán si el gobierno, los ciudadanos y las instituciones técnicas trabajan juntos, son transparentes y están empoderados. NTB tiene un gran potencial, tanto en términos de territorio, cultura y espíritu local. Hacerlo realidad significa poner fin a la “larga espera” y comenzar la “acción real”.
Cuando la tierra que se ha estado esperando durante décadas finalmente regresa a manos de los residentes, lo que se transfiere no es sólo tierra, sino también esperanza.


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