VIVA – Varios informes internacionales y conclusiones de instituciones de derechos humanos destacan cómo China ha construido un sistema de poder estatal integrado entre vigilancia (digital) de alta tecnología, detenciones masivas y control legal de sus ciudadanos, en particular de grupos minoritarios étnicos y religiosos.
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El modelo de gobernanza que Beijing caracteriza como “mantener la estabilidad” y “contrarrestar el extremismo” se parece cada vez más a un programa a escala industrial de erradicación cultural, control social e intimidación internacional que, según investigadores independientes y destacados grupos de derechos humanos, representa mucho más que un gobierno autoritario, sino también un crimen contra la humanidad.
La región de Xinjiang es el ejemplo más evidente de esta política. Informes independientes, incluidos los de la ONU y Human Rights Watch, indican que más de un millón de uigures y otros musulmanes de origen turco han sido detenidos en campos de «reeducación» combinados con políticas de asimilación forzada: vigilancia masiva, restricciones a las prácticas religiosas, adoctrinamiento político obligatorio y programas de trabajos forzados que emplean trabajadores en condiciones coercitivas.
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Las organizaciones de derechos humanos han llegado a la conclusión de que estas acciones coordinadas (detenciones, desapariciones forzadas y represión cultural) llegan al umbral de crímenes contra la humanidad. Las negaciones de Beijing y los esfuerzos por limpiar los archivos no pueden borrar la montaña de testimonios, imágenes de satélite, documentos gubernamentales filtrados e informes de campo que corroboran estos hallazgos.
Lo que hace que este sistema sea tan peligroso es la forma en que integra la tecnología con la burocracia. Las cámaras CCTV, las bases de datos biométricas y los algoritmos policiales predictivos no son herramientas adicionales: son el núcleo de la capacidad del Estado para monitorear y controlar a toda la población.
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Las empresas de tecnología y vigilancia chinas han proporcionado hardware y software que vincula la identidad personal con el movimiento, la comunicación y el comportamiento; Luego, las autoridades locales utilizan el cebo para seleccionar a las personas para su detención o supervisión, como la libertad condicional.
Los informes muestran cómo se han utilizado cámaras de reconocimiento facial, rastreo y aplicaciones móviles para identificar a uigures y otras minorías para interrogarlos y detenerlos. Esta no es una distopía especulativa; Esta es una práctica documentada.
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El borrado cultural ha acompañado a la invasión tecnológica. Las autoridades cambiaron los nombres de las aldeas, restringieron los idiomas regionales en las escuelas, arrestaron a poetas, maestros y sacerdotes y continuaron lo que deberían considerarse actividades culturales cotidianas. Estas políticas fueron diseñadas no sólo para frenar el llamado “extremismo”, sino también para promover la asimilación, reemplazando la vida religiosa y cultural uigur por una identidad sancionada por el Estado.