VIVA – En julio de 2025, en la ciudad montañosa de Dharamsala, en el norte de la India –el corazón del gobierno tibetano en el exilio–, miles de personas derramaron lágrimas de alegría. Vinieron de todo el mundo para celebrar el 90 cumpleaños de Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama.
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En medio de cánticos de oraciones y banderas de oración ondeando en el aire del Himalaya, el Dalai Lama enfatizó que, cuando llegue el momento, comenzará la búsqueda de su sucesor reencarnado, asegurando la continuidad de un linaje centenario.
En una memoria publicada unos meses antes, el Dalai Lama también destacó que este proceso debe tener lugar en el “mundo libre”, fuera del alcance de China. Sin embargo, Beijing tiene una visión diferente. Para el Partido Comunista Chino (PCC), el renacimiento del Dalai Lama fuera de su control es una afrenta a la soberanía de China.
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90 cumpleaños del Dalái Lama
Desde 2007, el partido gobernante en Beijing ha estado tratando de reescribir las leyes espirituales: quién puede reencarnar, dónde y con la bendición de quién. Se han establecido como los únicos árbitros de la reencarnación, como si la Ilustración estuviera ahora sujeta al sello oficial del Estado.
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Beijing no se rendirá tras la muerte del Dalai Lama. Sus esfuerzos por controlar la selección de su sucesor –y la posibilidad de sucederlo– siguen siendo una afrenta constante a la identidad tibetana con importantes implicaciones geopolíticas.
La autoridad espiritual del Dalai Lama se extiende más allá del Tíbet hasta países budistas como Mongolia y Nepal, donde el PCC ha reclamado territorio durante mucho tiempo. Sin embargo, las implicaciones son mucho más profundas.
Los continuos esfuerzos del PCC por nombrar al próximo Dalai Lama representan un profundo cambio filosófico, lo que sugiere que lo sagrado puede reinterpretarse como una cuestión de autoría estatal. Esto no fue simplemente una afirmación de control sobre el pueblo tibetano; fue un intento de repensar la trascendencia misma, sin precedentes incluso en la historia de los partidos comunistas.
Aura de Lama
En el budismo tibetano, los Dalai Lamas son considerados la reencarnación de Avalokiteshvara, el Bodhisattva de la Compasión y el santo patrón del Tíbet. Como seres iluminados, eligieron conscientemente renacer para servir a la humanidad, y cada uno llevaba la huella espiritual de sus predecesores.
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Este linaje se transmitió a través de la tradición sagrada, no de la ingeniería. El reconocimiento surge del ritual: la dirección del humo de la cremación de un lama fallecido, o los pájaros que vuelan en círculos sobre una aldea, pueden indicar dónde apareció la reencarnación. A continuación, se pone a prueba al niño identificado como candidato: frente a objetos, algunos pertenecientes al difunto Dalai Lama, otros colocados como cebo, debe reconocer lo que alguna vez le perteneció. En este caso se enfatiza la continuidad.

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