Cuando Nueva York confió el liderazgo a los socialistas musulmanes

Yakarta (ANTARA) – Si hay una figura en Estados Unidos que se atreve a decir que arrestará al Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, si pone un pie en Nueva York, esa es Zohran Mamdani.

El joven político de 34 años del Partido Demócrata y de los Socialistas Democráticos de América no sólo habla en voz alta, sino que afirma su posición con una convicción moral que rara vez se encuentra en el escenario político estadounidense.

El hombre indio calificó las acciones de Israel como genocidio y pidió responsabilidad humanitaria en medio del silencio de muchos líderes mundiales.

En contraste, esta fuerte declaración provino de alguien que ahora lidera el corazón del capitalismo global, la ciudad de Nueva York.

El 5 de octubre de 2025, Zohran Mamdani fue elegido oficialmente alcalde de Nueva York y se convirtió en el primer líder musulmán en ocupar el cargo más alto de la ciudad, que durante mucho tiempo ha sido un símbolo de supremacía económica y poder corporativo.

La victoria de Mamdani no fue sólo un acontecimiento político, sino también un momento histórico que marcó un cambio de valores y una nueva conciencia del significado de la justicia, el coraje y el rumbo de la civilización mundial.

En medio del horizonte de Manhattan que refleja la imagen de lujo y poder económico global, la victoria de Mamdani presenta una señal de una nueva era en la que las aspiraciones humanitarias y la justicia social están comenzando a encontrar espacio en un sistema que ha estado controlado por la lógica del mercado y los intereses de las grandes corporaciones.

Nueva York es una ciudad con dos caras. Por un lado, es un símbolo de progreso, el centro de los negocios y la cultura mundiales, con las dos bolsas de valores más grandes controlando los flujos globales de capital.

Pero, por otro lado, esta ciudad también ilustra la paradoja de la modernidad, donde la desigualdad social se está ampliando, los precios de alquiler de viviendas se han disparado más allá del alcance de los ciudadanos de clase media y más de 140.000 personas viven sin una residencia permanente.

En medio de estas contradicciones, Zohran Mamdani está aquí para aportar un nuevo espíritu que desafíe la vieja narrativa sobre quién es digno de liderar y para quién se ejerce el poder.

No habla el idioma del capital, sino el idioma de la conciencia. Su campaña no prometió beneficios económicos, pero exigió justicia social.

Visión política

En su visión política, Mamdani rechaza la lógica de que el crecimiento sólo puede lograrse a expensas del bienestar de los ciudadanos comunes y corrientes.

Luchó por políticas que parecían simples pero que estaban llenas de significado estratégico, a saber, congelar los aumentos de las tarifas de alquiler, transporte público gratuito y el establecimiento de supermercados de propiedad estatal para garantizar necesidades básicas asequibles para todos.

En medio de una corriente global que adora cada vez más la eficiencia económica y la privatización de los servicios públicos, estos pasos parecen una antítesis, pero ahí es precisamente donde radica el poder revolucionario de las ideas de Mamdani, que enfatiza que el bienestar humano es más importante que las ganancias.

La victoria de Mamdani se convirtió en un símbolo del cambio de dirección política estadounidense. No es sólo una figura individual, sino una manifestación del surgimiento de un movimiento progresista que se ha arraigado entre los jóvenes, los inmigrantes y la clase trabajadora.

El investigador geopolítico del GREAT Institute, Achmad Haikal Kurniawan, lo llamó una señal del nacimiento de un cambio de civilización, un cambio en la civilización de un orden que favorece a los fuertes a una era que reconoce las voces de los marginados.

Desde este punto de vista, la política ya no es sólo un escenario de lucha por el poder, sino más bien un foro de lucha por la defensa de los valores humanos y la solidaridad.

Además, la identidad de Mamdani como musulmán e hijo de inmigrantes del sur de Asia contiene un profundo mensaje simbólico.

En medio del fortalecimiento de las políticas identitarias y la discriminación racial en Estados Unidos, la elección de un líder con tales antecedentes confirma que la verdadera democracia sólo puede sobrevivir si la diversidad se reconoce como una fortaleza, no como una amenaza.

En el contexto de una ciudad con la segunda población judía más grande del mundo, la valentía de Mamdani para expresar su apoyo al pueblo palestino no es un acto populista, sino más bien una forma de integridad moral.

Demostró que el alineamiento con la humanidad trasciende las barreras religiosas y políticas. Su postura enfatizó que los valores universales no deben estar sujetos a presiones económicas ni a diplomacia de poder.

Ansiedad global

Lo que está sucediendo en Nueva York es en realidad un reflejo de la ansiedad global por el fracaso del capitalismo extremo que crea desigualdad y alienación social.

Un fenómeno similar está surgiendo en muchos países a medida que el aumento del costo de la vida, la crisis inmobiliaria y la desigualdad digital son señales de que el antiguo sistema está empezando a perder su legitimidad moral.

En una situación como ésta, la victoria de Mamdani es una prueba de que la gente está empezando a buscar alternativas.

Tienen hambre de líderes auténticos, que no sólo hablen de crecimiento económico, sino también del significado de vivir juntos, del derecho de todos a vivir una vida digna en la ciudad que construyeron con su propio sudor.

Desde una perspectiva geopolítica, la victoria de Mamdani también marca una nueva dirección en la política global. La ciudad de Nueva York no es sólo un centro económico, sino también un barómetro cultural e ideológico del mundo.

Si en esta ciudad se puede aceptar y confiar en un líder con las ideas del socialismo humanista, entonces el mundo avanza hacia un nuevo paradigma que es más inclusivo y humanista.

El investigador Achmad Haikal Kurniawan ve este evento como un impulso importante para que la generación joven en varios países, incluida Indonesia, reinterprete la política como una herramienta para el cambio social, no solo como una oportunidad profesional personal.

En medio de desafíos globales cada vez más complejos, desde la crisis climática hasta la desigualdad social, la victoria de Mamdani es un llamado moral a construir un liderazgo orientado hacia la justicia y la solidaridad.

Este es el momento de construir una política que ya no esté controlada por las élites, sino que crezca desde las raíces de la sociedad. Política que priorice la justicia social, la sostenibilidad y la verdadera humanidad.

Para Indonesia, esta victoria proporciona inspiración estratégica. Que en medio del rápido flujo de la globalización, este país necesita líderes que se atrevan a ponerse del lado de los débiles, que se atrevan a ir contra la corriente y que se atrevan a imaginar un mundo más justo.

Al igual que Mamdani, Indonesia necesita líderes que comprendan que la política no se trata sólo de gobernar, sino de alimentar la esperanza.

Que la justicia social no es sólo un lema constitucional, sino un ideal que debe materializarse en políticas reales.

Los acontecimientos de Nueva York muestran que el futuro político ya no está determinado por la edad, la raza o el poder del capital, sino más bien por el coraje moral de defender los valores humanos.

Mamdani ha abierto la puerta a una nueva era donde el idealismo juvenil ha vuelto a convertirse en la principal energía para el cambio.

El mundo se mueve, y desde la ciudad que ha sido símbolo del capitalismo global está surgiendo nueva luz sobre el futuro de una civilización más justa, inclusiva y civilizada.



Fuente