Yakarta (ANTARA) – Cada vez que el autor visita las escuelas, hay un sentimiento de emoción y ansiedad. Detrás de las risas de los estudiantes y el entusiasmo de los profesores, hay una realidad que no se puede ignorar sobre un sistema educativo que a menudo sigue atrapado en una rutina sin reflexión.
Cuando se critica la competencia de los docentes o la calidad de la educación, la respuesta que surge suele ser defensiva, culpando a las condiciones sociales, las limitaciones económicas o simplemente diciendo que educar a niños de familias de bajos ingresos es difícil.
De hecho, la esencia de la verdadera educación no es sólo transferir conocimientos, sino más bien crear conciencia, hacer crecer la esperanza y formar una generación que esté preparada para afrontar los desafíos de los tiempos.
Aquí es donde la reflexión sobre el Compromiso de la Juventud 2025 con el tema «Juventud en movimiento, Indonesia unida» encuentra su relevancia.
Porque, para realmente «moverse», se necesita no sólo entusiasmo, sino también un sistema, un ecosistema y ejemplos brillantes de líderes y educadores.
La realidad que enfrenta hoy la generación joven de Indonesia es mucho más compleja que en el pasado. Viven en medio de una explosión de información, la avalancha de las redes sociales y rápidas distracciones digitales.
La tasa de desempleo abierto en el grupo de edad de 15 a 24 años alcanzó el 16,16 por ciento en febrero de 2025, y casi la mitad del desempleo nacional total provino del grupo juvenil.
Esta cifra no es sólo una estadística, sino un reflejo de la falta de conectividad entre la educación y el mundo del trabajo.
Un plan de estudios que no se adapta completamente a las necesidades de la industria moderna significa que muchos graduados en educación en Indonesia están listos para los exámenes, pero aún no para la vida.
Mientras tanto, por otra parte, los problemas siguen acumulándose, empezando por los casos de acoso estudiantil, la violencia en las escuelas y los casos de intolerancia que todavía están muy extendidos.
Este fenómeno indica que algo no está incrustado en la educación en valores, la ética y la empatía social. Tres cosas deberían ser la base para formar el carácter nacional.
En la vida digital, ese riesgo es aún más complicado. La Generación Z y Alfa que nacieron y crecieron en el mundo móvil se enfrentan a lo que se llama «pudrición del cerebro”Disminución del poder cognitivo debido al consumo excesivo de contenidos superficiales y excesivos.
Los datos muestran que casi el 60 por ciento de los jóvenes indonesios tienen problemas de salud mental como ansiedad y depresión. Más de la mitad de esta generación también utiliza los juegos digitales como escape del estrés.
Nacen como usuarios activos de tecnología, pero no todos se convierten en creadores productivos. Como resultado, muchos son buenos imitando, pero pobres innovando; receptivo, pero menos duro; ampliamente conectados, pero perdieron el rumbo en la vida.
La tecnología debería ser una herramienta, no un maestro. Sin embargo, en muchos casos, la tecnología en realidad crea distancia entre las personas, fomenta la intolerancia e inculca una cultura instantánea.
Este desafío no es únicamente responsabilidad de los jóvenes, sino que también es un reflejo de la falta de modelos a seguir de las generaciones anteriores.
Cuando muchos líderes públicos no logran demostrar integridad, ¿cómo puede la generación más joven emular los nobles valores de la nación? Aquí es donde la urgencia del ejemplo moral se vuelve absoluta. Las políticas sabias no son suficientes sin ejemplos vivos.
Gran potencial
Sin embargo, no todo son malas noticias. El potencial de la generación joven de Indonesia sigue siendo extraordinario. Tienen conocimientos tecnológicos, son creativos, adaptables y tienen una alta conciencia social.
Muchos de ellos iniciaron movimientos ambientalistas, proyectos sociales y emprendedores creativos con un enfoque digital.
Este potencial sólo requiere un espacio de crecimiento saludable, acceso a una educación relevante, oportunidades de empleo justas y apoyo intersectorial.
Aquí es donde el enfoque GAUL es importante: Generación Activa, Superior y Noble.
Convertirse en una generación activa significa salir de la trampa de ser “vagos” o holgazanes. Es necesario invitar a los jóvenes a construir comunidades, no sólo seguidores.
Pueden desempeñar un papel en actividades reales, incluidos jóvenes emprendedores, voluntarios sociales o clubes de alfabetización digital, para canalizar su energía productiva.
El gobierno y las instituciones educativas deben facilitar espacios creativos en las regiones, aumentar los programas de emprendimiento comunitario y fomentar la sinergia entre la industria y los campus.
Ser superior significa fortalecer la competencia y el carácter. La educación no se trata sólo de exámenes, sino de la capacidad de pensar críticamente, comunicarse de manera efectiva, resolver problemas y colaborar entre disciplinas.
La crianza digital también es importante para que los niños no se queden solos frente al rápido flujo de algoritmos.
Los profesores y los padres deben dotarlos de conocimientos mediáticos, conciencia sobre la privacidad y la capacidad de gestionar las emociones y el tiempo frente a la pantalla.
Cuando los dispositivos pasen de ser una fuente de distracción a una herramienta para encontrar soluciones, la digitalización generará progreso, no decadencia.
Generación sublime
Ser noble significa volver a las raíces de los valores humanos y nacionales. Indonesia se construyó sobre la base de la diversidad, y eso debería ser una fortaleza, no una fuente de división.
La generación noble es aquella que respeta las diferencias, empatiza con los demás y defiende la integridad.
Estos valores sólo pueden cultivarse a través de experiencias colaborativas, por ejemplo, actividades interreligiosas, culturales y regionales que reúnan a jóvenes de diferentes orígenes para aprender y respetarse unos a otros.
Para los jóvenes, la elección ahora está clara: dejarse llevar por el flujo adormecedor del mundo digital o luchar contra la corriente para crecer y empoderarse. Necesitan marcar una dirección en la vida, no simplemente seguir tendencias.
El acceso a la tecnología debe transformarse en oportunidades productivas que incluyan la creación, la construcción y la inspiración. Los jóvenes empoderados deben convertirse en mentores de otros, formando una cadena ininterrumpida de motivación positiva.
Así es como multiplicar la energía del cambio sin tener que esperar a un sistema perfecto.
Sin embargo, esta responsabilidad no puede asumirse sola. El gobierno, el sector privado y la sociedad deben mostrar ejemplos reales. El mundo de la educación debe tener el coraje de reflexionar y mejorar.
Los líderes públicos deben demostrar que la integridad y la nacionalidad no son sólo lemas. La sociedad necesita reactivar espacios de interacción social saludable, donde los jóvenes aprendan a empatía y colaboración.
Si Pancasila es la base, entonces el concepto GAUL puede convertirse en una brújula moral y operativa para guiar la dirección de la nación.
Una generación activa, superior en competencias y de carácter noble será el pilar principal del progreso de Indonesia.
El Compromiso de la Juventud ya no es sólo un texto histórico, sino una energía que continúa renovándose en cada generación.
Si todos los jóvenes deciden mudarse, Indonesia no sólo estará unida en lemas, sino también en acciones reales que avancen, prosperen y glorifiquen la vida en común.
*) El autor es profesional de la educación, formador/educador en Yamjaya y desarrollador de métodos educativos prácticos basados en la psicología en Joint Learning House (Rbebe).


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