Manteniendo la paz en el camino roto

Mataram (ANTARA) – El humo negro procedente de la quema de neumáticos en la ruta Bima-Sumbawa el sábado por la tarde parecía ser un símbolo de lo frágiles que son los espacios públicos cuando las tensiones sociales explotan fuera de control.

En el distrito de Bolo, Bima Regency, Nusa Tenggara Occidental (NTB), la calma de los días de los residentes se rompió repentinamente cuando una pelea entre estudiantes en SMAN 2 Bolo se convirtió en un conflicto entre dos aldeas.

La carretera nacional, que es el alma de la movilidad interregional, estuvo cortada durante varias horas. La población de Darussalam y Sonco construyó bloqueos con madera, piedras y neumáticos quemados como forma de protesta por el presunto abuso de un estudiante.

La situación se volvió cada vez más tensa cuando los esfuerzos de las autoridades por abrir el bloqueo provocaron enfrentamientos. Dos policías resultaron heridos por piedras arrojadas, mientras que un residente sufrió heridas que se cree que fueron causadas por un proyectil o un objeto contundente.

La tensión se ha filtrado en los hogares de la gente, lo que ha llevado a muchas familias a cerrar sus puertas con llave y optar por no salir. El miedo se sentía muy real.

Este incidente no es la primera vez que ocurre en la región de Bima. En los últimos años, los conflictos entre residentes desencadenados por pequeñas cosas que van desde malentendidos, accidentes de tráfico hasta disputas entre adolescentes a menudo han escalado hasta convertirse en disputas comunitarias.

Cuando los lazos sociales son débiles, una pequeña chispa puede quemar muchas habitaciones a la vez.

Las peleas estudiantiles que luego involucran a adultos muestran un ciclo de violencia que continúa repitiéndose en varias regiones de Indonesia.

Las peleas entre adolescentes han sido durante mucho tiempo un fenómeno social, pero la expansión del conflicto al nivel comunitario muestra que sus raíces son mucho más profundas que simples emociones momentáneas.

Hay una vulnerabilidad social no gestionada y un espacio para el diálogo que no es lo suficientemente fuerte como para resistir la marea de ira.

Bloqueo de carreteras

El bloqueo de la carretera Bima-Sumbawa proporciona una lección importante sobre cuán estratégico es el espacio público en la dinámica social.

Las carreteras no son sólo lugares para que pasen los vehículos; es un símbolo de interacción, conectividad y confianza pública en el país.

Cuando los ciudadanos bloquean las carreteras, no es sólo una acción espontánea, sino una expresión de incredulidad, ansiedad y la necesidad de demostrar que sus voces deben ser escuchadas.

En el caso de Bolo, el bloqueo surgió porque los residentes de ambas aldeas sintieron que el proceso de aplicación de la ley avanzaba lentamente. Cada uno de ellos exigió que se arrestara inmediatamente al autor del abuso.

El estímulo emocional de los padres de los estudiantes aumenta la presión, haciendo que los límites entre los conflictos adolescentes y los conflictos entre ciudadanos se desdibujen. Cuando la insatisfacción se encuentra con un sentido de solidaridad comunitaria, la carretera se convierte en un campo de expresión.

Este fenómeno no está solo. En varios lugares de Indonesia, bloquear las carreteras es a menudo la opción de los residentes cuando otros canales para expresar sus aspiraciones no se consideran lo suficientemente eficaces.

Desde disputas por tierras, cuestiones de servicios públicos hasta conflictos juveniles, las carreteras se han convertido en el lugar más visible para transmitir protestas.

Por un lado, esto muestra la participación ciudadana en la expresión de demandas. Sin embargo, por otro lado, enfatiza que existe una brecha de comunicación entre las instituciones estatales y la sociedad de base.

La gestión por parte de las autoridades de Bima, aunque al final consiguieron abrir el bloqueo y asegurar la situación, planteó grandes desafíos. Cuando los agentes se enfrentan a una multitud emocional, es difícil evitar el riesgo de fricciones.

El impacto no son sólo lesiones físicas, sino también traumas sociales invisibles. Las heridas resultantes del lanzamiento de piedras o disparos pueden sanar, pero las sospechas entre los residentes y las autoridades pueden continuar si no se resuelven mediante un enfoque más pacífico.

En el contexto educativo, las peleas estudiantiles también muestran problemas fundamentales. Las escuelas, que deberían ser un espacio para la formación del carácter, suelen tener dificultades para controlar la dinámica de los adolescentes atrapados en una cultura de violencia.

La rivalidad de larga data entre las dos regiones a menudo reaparece a través de los jóvenes. De ahí la importancia de una educación que no solo se centre en lo académico, sino también en la formación del carácter, la alfabetización social y el fortalecimiento de los valores nacionales.

En muchos ámbitos, las peleas surgen porque el entorno social produce tensión más rápidamente que los espacios de diálogo.

Los adolescentes aprenden de lo que sucede a su alrededor. Cuando la violencia es vista como una forma de resolución de problemas, la repiten. Cuando los adultos se unen a exacerbar el conflicto, el mensaje sobre una solución pacífica se vuelve borroso.

A largo plazo, esto puede debilitar el sentido de unidad y empatía entre los ciudadanos.

Espacio pacífico

Los acontecimientos de Bolo deberían ser un importante punto de reflexión. Sin un cambio de perspectiva, conflictos similares podrían repetirse en cualquier momento. Hay varias cosas básicas que es necesario reorganizar para que el espacio social sea más fuerte ante la presión.

Primero, fortalecer la comunicación pública. Los residentes bloquearon la carretera porque sentían que el proceso legal no avanzaba rápidamente. En el contexto de una situación de crisis, la información rápida, clara y abierta es muy importante para reducir las emociones.

Los funcionarios deben fortalecer la comunicación con los residentes a través de canales oficiales confiables. Cuando hay información disponible y el proceso es transparente, se reduce el margen para la especulación y disminuye el potencial de conflicto.

En segundo lugar, existe la necesidad de un espacio de mediación comunitaria. Los conflictos entre grupos de ciudadanos a menudo son desencadenados por pequeñas cosas que se intensifican porque no existe un mecanismo de resolución local.

Las aldeas necesitan tener foros de mediación activos, en los que participen líderes tradicionales, líderes religiosos y grupos de jóvenes. Este foro puede ser un foro para calmar la situación desde el principio, antes de que el conflicto se convierta en enfrentamientos físicos.

En tercer lugar, las escuelas deben convertirse en centros para el fortalecimiento del carácter. Las peleas estudiantiles no tienen que ver sólo con la disciplina, sino con el ecosistema educativo. Los estudiantes deben estar equipados con habilidades sociales, gestión emocional y comprensión de la diversidad.

Es necesario fortalecer la educación basada en los valores nacionales para que los adolescentes puedan verse unos a otros como compatriotas y no como oponentes en una estrecha rivalidad.

Cuarto, los espacios públicos como las carreteras deben mantenerse como espacios seguros. Aunque los bloqueos a menudo se consideran una forma legítima de protesta, es necesario ser conscientes de que los cierres de carreteras tienen un impacto importante en los servicios públicos, la movilidad económica y la seguridad.

Se pueden expresar aspiraciones de otras maneras más constructivas, por ejemplo mediante el diálogo abierto o los foros comunitarios. Mantener las carreteras abiertas significa mantener la conectividad y la estabilidad regionales.

En última instancia, las soluciones a largo plazo deben ir más allá de la respuesta a incidentes. Lo que hay que construir es una cultura de paz que viva en la sociedad.

Bima tiene una larga historia de solidaridad y fortaleza comunitaria. Este valor puede ser la base para alentar a la sociedad a elegir el diálogo en lugar de la violencia, a elegir el desarrollo en lugar de la destrucción.

Los acontecimientos de Bolo son un recordatorio de que el conflicto, por pequeñas que sean sus raíces, puede intensificarse cuando las redes sociales se debilitan.

Sin embargo, el conflicto también es una oportunidad para que todas las partes mejoren las formas de comunicación, fortalezcan la solidaridad e inculquen valores nacionales unificadores.

Las carreteras que alguna vez estuvieron cortadas pueden reabrirse, pero el camino hacia la confianza pública debe construirse juntos.



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