Un mundo «G-Negativo-Dos» y una prueba para la economía indonesia

Yakarta (ANTARA) – El mundo económico global está entrando en una fase cada vez más hostil para los países en desarrollo. Si hace una década la globalización todavía prometía la convergencia de ingresos entre los países desarrollados y los países en desarrollo, ahora esta esperanza se está desvaneciendo.

El año 2025 probablemente será recordado como un período en el que el sistema de comercio mundial se fragmentó cada vez más, no solo por las políticas proteccionistas de Estados Unidos bajo el presidente Donald Trump, sino también por el resurgimiento del mercantilismo chino.

En este contexto, el mundo ya no carece simplemente de liderazgo global (G-cero), pero está atrapado en una condición más problemática: el mundo G-Negativo-Dosdonde las dos mayores potencias económicas en realidad causan costos económicos globales.

Estados Unidos, que durante décadas sirvió como ancla del sistema de comercio internacional, ahora avanza en la dirección opuesta. El aumento de los aranceles a las importaciones estadounidenses de un promedio de alrededor del 2 por ciento a alrededor del 17 por ciento en un corto período de tiempo es un enorme cambio estructural. Este aumento de las tasas no es sólo una cifra estadística, sino una señal de que el mercado más grande del mundo está cada vez más cerrado e impredecible.

Aún más peligroso es el hecho de que los aranceles se utilizan como instrumento político, a menudo vinculados a cuestiones de seguridad nacional cuya definición es elástica y subjetiva. Esta incertidumbre crea un efecto multiplicador negativo para la inversión global, especialmente para los países en desarrollo que dependen en gran medida de un acceso estable a los mercados.

Sin embargo, culpar únicamente a Estados Unidos no ofrece una visión completa. Por otro lado, China está fortaleciendo agresivamente su estrategia mercantilista. Con una contribución de más del 30 por ciento a producción China, que representa aproximadamente entre el 14 y el 15 por ciento del total de las exportaciones mundiales, sigue siendo el actor dominante en el comercio internacional.

El problema es la composición de las exportaciones. Aunque los salarios laborales de China han aumentado significativamente y el PIB per cápita se acerca a los 13.000 dólares estadounidenses, el país todavía domina las exportaciones de bienes de bajo valor agregado, lo que debería dejar espacio para otros países en desarrollo. Este fenómeno indica la existencia de distorsiones sistémicas en las políticas.

Una de las principales distorsiones es la política cambiaria. Varios estudios muestran que el renminbi está en posición infravalorado alrededor del 15-20 por ciento en comparación con su valor fundamental.

Estas condiciones actúan efectivamente como un subsidio encubierto a las exportaciones, manteniendo competitivos los productos chinos, a pesar de los crecientes costos de producción. Como resultado, los países en desarrollo enfrentan una fuerte presión ya que sus industrias nacionales tienen que competir con productos importados baratos que no reflejan plenamente sus verdaderos costos económicos.

Para Indonesia, el impacto de la combinación de proteccionismo estadounidense y mercantilismo chino es muy real. Los Estados Unidos siguen siendo uno de los principales destinos de las exportaciones de Indonesia, especialmente de productos manufacturados, como textiles, calzado y muebles. En 2024, el valor de las exportaciones de Indonesia a Estados Unidos alcanzará más de 23.000 millones de dólares, o alrededor del 11 por ciento del total de las exportaciones distintas del petróleo y el gas.

A medida que el acceso a estos mercados se vuelve cada vez más incierto, los sectores intensivos en mano de obra de Indonesia se vuelven particularmente vulnerables. Por otro lado, el mercado interno de Indonesia está inundado de productos importados de China. El valor de las importaciones procedentes de China ha superado los 65.000 millones de dólares estadounidenses al año, lo que la convierte en la mayor fuente de importaciones de Indonesia.

Esta presión se refleja en el desempeño del sector manufacturero nacional. La contribución del sector manufacturero al PIB de Indonesia sigue cayendo, desde alrededor del 28 por ciento a principios de la década de 2000 a sólo entre el 18 y el 19 por ciento en los últimos años.

Esta disminución no es sólo una cuestión de estadísticas, sino una señal de un debilitamiento de la base de industrialización nacional. El sector textil y de productos textiles, por ejemplo, ha experimentado una reducción de capacidad y una ola de despidos desde 2023.

Si esta tendencia continúa, Indonesia corre el riesgo de una desindustrialización prematura, una condición que históricamente se ha correlacionado con el estancamiento de los ingresos y el aumento de la desigualdad.

Este problema se está volviendo más grave porque las vías tradicionales de desarrollo de los países en desarrollo se están estrechando. La historia económica muestra que las exportaciones manufactureras de bajo valor agregado son el principal motor del crecimiento y la creación de empleo. Corea del Sur y Taiwán utilizaron esta ruta en los años 1970 y 1980, mientras que China lo ha hecho desde los años 1990.

en el mundo G-Negativo-DosEste camino se ve obstaculizado por dos fuerzas a la vez: los mercados desarrollados cada vez más proteccionistas y el dominio exportador de China en los mercados emergentes.

¿Qué debería hacer Indonesia en esta situación? En primer lugar, Indonesia necesita ser más asertiva y estratégica en su política comercial. La protección de la industria nacional no es tabú siempre que se lleve a cabo de conformidad con las normas internacionales. Instrumentos como los anti-dumping, salvaguardiay la supervisión de las normas técnicas, deben utilizarse de manera óptima.

Muchos países en desarrollo, incluidos México y Brasil, han comenzado a implementar políticas similares para frenar el aumento de las importaciones baratas que amenazan a sus industrias nacionales.

En segundo lugar, es necesario fortalecer y profundizar la estrategia de industrialización de Indonesia. La transformación de los recursos naturales es un primer paso importante, pero no debería limitarse a la exportación de productos semiacabados.

El aumento de las exportaciones de níquel de alrededor de 3 mil millones de dólares en 2017 a más de 30 mil millones de dólares en 2023 muestra un gran potencial, pero el impacto en la creación de empleo y la transferencia de tecnología aún es limitado. Sin un mayor desarrollo industrial, la downstreaming corre el riesgo de crear una nueva dependencia de la tecnología y el capital extranjeros.

En tercer lugar, la diversificación de los mercados de exportación debe ser una máxima prioridad. La excesiva dependencia de los mercados estadounidense y chino aumenta la vulnerabilidad económica de Indonesia. La región de Asia Meridional, Oriente Medio y África ofrece un enorme potencial, con una población combinada de más de 3.000 millones de personas y una clase media de crecimiento relativamente rápido.

Penetrar en este mercado requiere una diplomacia económica activa, apoyo a la financiación de las exportaciones, así como mejorar la calidad y los estándares de los productos nacionales.

Cuarto, debe mantenerse la estabilidad macroeconómica como principal fundamento de la resiliencia nacional. En un mundo cada vez más fragmentado, la volatilidad de los flujos de capital y los tipos de cambio será un desafío permanente.

Las reservas de divisas de Indonesia, que ascienden a unos 140.000 millones de dólares estadounidenses, deben gestionarse cuidadosamente como protección contra las crisis externas. La política monetaria y fiscal debe ser anticipatoria y no simplemente reactiva a las presiones de corto plazo.

Al final, el mundo G-Negativo-Dos refleja el fracaso del liderazgo global en la provisión de bienes públicos internacionales. Estados Unidos y China, aunque a menudo están en desacuerdo políticamente, tienen una cosa en común: ambos priorizan cada vez más los intereses internos a expensas de la estabilidad global.

En esta situación, los países en desarrollo, como Indonesia, no pueden permanecer pasivos ni depender del viejo orden global, que es cada vez más frágil.

Es precisamente en esta crisis que Indonesia debe formular una estrategia de desarrollo que sea más independiente, realista y orientada al largo plazo. Puede que el mundo esté cada vez más fragmentado, pero las decisiones políticas internas siguen en nuestras manos.

Si es capaz de responder con políticas industriales inteligentes, protección comercial selectiva y una diversificación económica consistente, Indonesia no sólo podrá sobrevivir en el mundo. G-Negativo-Dossino también fortalecer las bases hacia un crecimiento más inclusivo y sostenible.

*) Dr. Aswin Rivai es observador económico y conferenciante en FEB UPN Veteran, Yakarta.



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